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Mad Warrior

Críticas de Mad Warrior

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Casi Famosos Casi Famosos 08-11-2022
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Los grandes escenarios, el clamor de la masa, la emoción del tour, las caras habitaciones de hotel, drogas y alcohol en cantidades, hermosas y fáciles chicas, las portadas de las más prestigiosas revistas, ser escuchado en la radio de forma constante, y el dinero, para gastar sin preocupaciones...

Se lo dice Jeff a Will con toda sinceridad: ¨¡Eso es el puto colocón!¨. Para él sí, claro, porque es el artista, ¿pero qué nos queda a nosotros, los fans?, ¿y a los fans que no hemos podido vivir en el instante en que tales palabras son pronunciadas? Quienes hemos nacido demasiado tarde, en una época donde la música es almacenada en maquinitas gracias a la fría y despersonalizada tecnología, sólo podemos recrear otra muy anterior donde dicha música es tocada, olida, acariciada, gracias a los viejos vinilos, cuyo tacto y aroma logra hacernos vivir la fantasía, transportarnos a lugares y momentos únicamente soñados, cada uno con su propia historia.
Como cuando Will descubre por primera vez los discos de su hermana; embelesado, pasa las yemas por encima con la inocencia de un bebé que acaricia la piel de su madre. A esa misma temprana edad descubrió Cameron Bruce Crowe la música, un niño rechazado en el instituto, enfermo, engañado sobre su edad por su madre, una paranoica y reaccionaria profesora de psicología y ferviente activista por la paz, un niño que optó por refugiarse en la fantasía musical para escapar del mundo y tuvo la decisión de dedicarse al periodismo para estar, unos años después, siguiendo el rastro de los más prestigiosos artistas, contratado en la más prestigiosa revista del ramo: la Rolling Stone.

Así que, pese a su bastante dura infancia, uno sólo puede sentir envidia hacia él, por llegar a cumplir un sueño que para otros sería imposible, y en especial por haber vivido en una época que ya se ha ido para no volver. Teniendo en cuenta que empezó su carrera de director en el cine en 1.989, tardó mucho en trasladar sus experiencias, pero al fin, tras el enorme éxito de ¨Jerry Maguire¨, puede aspirar a hacer realidad su ambición; desde los títulos de créditos, con unos aires ¨indie¨ de los 90, escritos frente a la cámara, ¨Casi Famosos¨ ya deja claras sus intenciones de realizar un homenaje cariñoso y pleno de nostalgia a una época muy concreta de la vida y la Historia.
No duda Crowe en hacer de Will un álter-ego poco o nada desdibujado y situarlo en el centro de una familia disfuncional, donde la autoridad de la madre (Elaine) ha provocado la ausencia total del padre, y la presencia de la hermana mayor es una luz intensa en esa atmósfera oscura de moralina barata, prohibición, paranoia y temor social (por muy entrañable que pueda parecer Frances McDormand su personaje es realmente inquietante). Ana (la bellísima Zooey Deschanel), que no tarda en abandonar el aislado nido, sirve de guía al niño a través de su música y todo cambia para siempre.

Y se abre 1.973, pero se sigue haciendo, curiosamente, desde la misma perspectiva ingenua, emotiva y dulce que la época de la infancia; Oliver Stone lo habría representado de otra manera, esos años en que la Guerra de Vietnam por fin termina pero la inflación y la crisis del petróleo hacen mella en la economía, tanto como el que el aborto se convierta en derecho constitucional o las todavía no finalizadas acciones contra Nixon y su inútil encubrimiento del caso Watergate. Pero todos esos temas no importan nada al de California, quien tenía entonces 16 años, y su mirada es la de los ojos inocentes y soñadores del protagonista, ahora con la apariencia del debutante Patrick Fugit.
Unos ojos sólo para la música. Y más valía hacerlo; 1.973, año brillante en el ¨rock¨, de supremacía del género y gloriosa perfección a la vez que encaminado a nuevas formas de expresión y comercialización, lo cual ponía en peligro su esencia más tradicional y pura. Coinciden los mastodontes Sabbath, Tull, Zeppelin, YES o Heep con sus propuestas ¨SABBATH, BLOODY SABBATH¨, ¨A PASSION PLAY¨, ¨HOUSES OF THE HOLY¨, ¨TALES FROM TOPOGRAPHIC OCEANS¨ y ¨SWEET FREEDOM¨, mientras un soplo de aire fresco llega con QUEEN, Aerosmith, Bad Company, Lynyrd Skynyrd y New York Dolls...

...y por ahí los restos de los Beatles mantienen decentes sus carreras en solitario, la formación de Deep Purple tardará años en volver a reunirse y el poder hipnótico de ¨THE DARK SIDE OF THE MOON¨ y ¨BILLION DOLLAR BABIES” conquista el Mundo entero.
Ese es el ambiente, nada menos (igual que el nuestro actual, ¿eh?), donde crece y aprende Will, haciendo buenas migas con Lester Bangs, editor de CREEM y un padre que le forma sobre las luces, sombras y decadencias del negocio de la música, tan seductor como depredador y desolador (papel al que Philip S. Hoffman imprime su carisma único y gran naturalidad).

El director sigue entonces al chico en una experiencia vital que le permitirá evolucionar a todos los niveles, pero soportando los males de hacerlo por medio de ese negocio, de esa industria cínica y sin conciencia, de los largos viajes por carretera que son como paréntesis existenciales donde brotan las confesiones más íntimas sin vergüenza, de las juergas llenas de drogas, bebidas y preciosas jóvenes sin cerebro que van pasando de mano en mano como la cerveza, aglutinando aquél a cada una de las superestrellas que entrevistó en su adolescencia en un monstruo ficticio, Stillwater, grupo característico de los 70 (formado por el siempre impecable Jason Lee, Billy Crudup y los músicos reales Mark Kozelek y John Fevedich).
En dicha creación reposan los recuerdos y vivencias extremas con Zeppelin, Neil Young, algo de Clapton, Fleetwood Mac, los Eagles y Allman Brothers (el megalomaníaco Russell, inspirado en Duane Allman y Glenn Frey); son las palabras que escuchó Crowe en boca de ellos, las miradas recelosas por tratarse de un cronista, lo expresado a través de Will. La realidad pasada también trae a Penny, una ¨jefa de las ¨groupies¨ ¨ aunque ella lo niegue, interés romántico del chico y romance de saldo de Russell y otros, encarnada por la sensual y delicada Kate Hudson (aunque yo siempre preferí a la morbosa Fairuza Balk).

Sin embargo, incluso cuando llega la hora de dejar el escenario, salir entre bastidores y adentrarse en ese microcosmos tan hermético, sucio, competitivo y violento bajo los falsos oropeles del glamour y la fama, el director lo hace con una indulgencia autoconsciente, la que da el recuerdo de la adolescencia; y es que su visión es la del niño recién salido del cascarón que aún está descubriendo el mundo y a la gente, pero pese a las dolorosas experiencias y desengaños, esa mirada no se endurece, permanece estable en la benevolencia. De hecho así se lo reprocha Penny a Will (¨Eres demasiado tierno para el ¨rock¨...¨).
Crowe lo sabe, sabe que es un pánfilo acaramelado a quien le encanta divagar por los ríos de lo entrañable y lo sentimentaloide, lo lleva demostrando desde su debut ¨Say Anything...¨; para más inri la película se produce bajo el auspicio de DreamWorks, firma de Spielberg, dando la nota final de mojigatería que faltaba al conjunto. No es necesario salir con comentarios de índole sociopolítica ni mucho menos (todos salen de la boca de la madre y suena tan ridículo que dan ganas de partírsela), pero el mundo del ¨rock¨, máxime el de los 70, debería plasmarse con cierta amargura, un toque más sucio y escabroso, de peligro, mordacidad y crudeza.

No se puede pensar eso del tipo que poco antes hiciera ¨Jerry Maguire¨, quien lo inunda de piedad y compasión; sencillamente no es la recreación que esperaría ver el auténtico Bangs. Ya que, en mi caso, Will no consigue atraparme como debiera, sí lo hace el cuarteto de artistas, los falsos Stillwater que como toda banda ha de lidiar con sus propios problemas, mil veces vistos y oídos (a veces en la misma liga de ¨This is Spinal Tap¨).
Esto es: el compromiso hacia los fans, el sumo cuidado con sus enemigos los periodistas, las disputas por el ego, el precio de la fama, las obsesiones y manías, los romances pasajeros, el cambio de management o los accidentes en el escenario...

Sobresalen los duelos entre las volátiles personalidades de los papeles de Lee y Crudup además del estupendo repertorio que compone para ellos nada menos que Peter Frampton, Mike McCready y Nancy Wilson. Pero el exceso de azúcar, culpable de empañar un final que merecía unos cuantos cortes antes de los créditos en la sala de montaje, no empañó el éxito, al fin y al cabo el público norteamericano que acude en masa a las salas para pasar un buen rato no va buscando ni finales tristes ni ambiguos. Tampoco es correcto eso; ¨Casi Famosos¨ no amortizó su elevado presupuesto y sin embargo, como estaba previsto (Spielberg está detrás, ¿recuerdan?), fue alabada por la crítica y en numerosos festivales.
A modo de confesión diré que, al amar tanto la época y la música del film, no me importan sus errores, ya que la nostalgia me invade como si yo mismo lo hubiese vivido. Y llego a ponerme en la piel del blando Will: mi familia no es millonaria, estamos anclados en una clase media-baja que sufre como todas las de su estirpe, y lo único que mi padre puede dejarme en herencia son sus cientos de discos cuidados con tanto esmero a lo largo de las décadas; es un legado y un patrimonio que debe permanecer intacto contra el paso del tiempo y las odiosas modas...

Espero cuidarlo bien.


Alerta Máxima Alerta Máxima 08-11-2022
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Duelo en el Pacífico a bordo de uno de los acorazados de la marina más legendarios de la Historia que no nos podemos perder: un implacable cocinero de extraordinarias habilidades de combate y un desquiciado ex-agente de la C.I.A. en posesión de varios misiles nucleares.
¿Quién ganará?

Entre las muchas cintas que llenan la estantería del salón, en ese preciado hueco destinado a las películas de acción de antaño, reposa ¨Alerta Máxima¨, que de cuando en cuando se desempolva para volver a disfrutar tanto de lo bueno como de lo malo que pueda ofrecer. Perteneciente al mejor momento para el género en que la violencia gratuita, la ilógica palomitera, el despliegue hollywoodiense y los héroes de acero aún se disfrutaban como placeres culpables, llegó este mastodonte que reunió al bueno de Andrew Davis con Tommy Lee Jones, tras la intensa ¨The Package¨, y Steven Seagal, a quien lanzó al estrellato cuatro años antes.
Un guión que se reescribe debido a su propuesta excesiva y carísima, idea de Jonathan Lawton, interesado en el anuncio de retirada definitivo del USS Missouri BB-63 después de casi medio siglo de vida; primero convencen a Seagal, que ya se ha convertido en una de las personas más repudiadas de EE.UU. debido a sus denuncias por acoso sexual y su presentación del mayor desastre de la Historia de ¨Saturday Night Live¨, y luego al director (confesando que deseaba trabajar de nuevo con Jones, no con el arrogante nativo de Michigan). Pues ahí tenemos al acorazado, en toda su gloria, en alta mar, preparado para jubilarse.

Davis filma desde el aire, desde dentro, desde la cubierta, cubre todas las dimensiones de este atractivo escenario que será presa de la tragedia...pero no hay que engañarse, no volveremos a ver al Missouri, pues ya había sido cesado; en su lugar se utiliza el USS Alabama. Seagal, ejerciendo de productor y retocando el guión a su gusto, hace su entrada sin la coleta que le ha distinguido desde el principio (sería una tontería tratándose de un miembro de la marina), y resulta una incógnita al interpretar a un cocinero (huele a trampa a un millón de kilómetros eso) que cae bastante simpático, después de cuatro roles de áspero policía.
Gary Busey no necesita presentación porque es Gary Busey en su papel de Gary Busey; sí mejora el film con el aterrizaje en cubierta de una banda de música liderada por L. Jones, descarado, extravagante y genial, y junto a él la ardiente ex-playmate (haciendo de ella misma) Erika Eleniak, y la fiesta ya no puede animarse más. Uno desconfiaría al saber que Lawton fue responsable de escribir ¨Pretty Woman¨ y realizar ¨Las Mujeres Caníbales de la Selva del Aguacate¨, nada menos, pero aquí plantea una intriga sólida, y Davis le da las abultadas dimensiones que requiere.

En menos que canta un gallo el barco pasa a ser un ¨Delta Force¨ en el océano y base de ¨techno-thriller¨ al estilo Tom Clancy, con el delicioso pedigrí terrorista y catastrofista que redondea Jones como el supervillano loco Strannix, o tal vez una revisión moderna de ¨El Enigma se llama Juggernaut¨ siguiendo el patrón de ¨Jungla de Cristal¨ al revelarse ese cocinero todo un experto en artes marciales y tácticas militares de combate. Es la primera vez que el actor encarna a un tipo de identidad sospechosa y pasado misterioso, la pérdida total para sus oponentes, quienes le subestiman al no saber nada de él, un papel del cual ya jamás se desprendería (ni en la ficción ni en la vida real, oigan...).
Davis, como habrían hecho McTiernan, Scott, Noyce y demás contemporáneos expertos del género, orquesta la escalada de violencia y la destrucción material de forma dosificada, sin recurrir al desvarío caótico de Woo ni desaprovechar el suspense, y con más muestras de inteligencia de las que el público había visto en los trabajos previos de Seagal, si bien los toques de humor permanecen (al fin y al cabo esto no es un drama), y todos dados por el personaje que mayor atención acapara y paradójicamente muy innecesario (no sólo en este film, sino en la Historia del cine).

No es Busey, porque uno se ríe con él, no de él, se trata de la srta. Eleniak, mi Shauni de ¨Los Vigilantes de la Playa¨, quien, tras un momento estelar de desnudo que a todos se les quedaría grabado para siempre en el cerebro, pretende pasar de chica-florero sexy y asustada a protagonista de la acción así por las buenas, dándose estupideces e incongruencias típicas de las producciones de coña de los 80 (la escena del villano siendo acribillado por casualidad y por la espalda para salvar al héroe le hace a uno clavarse las uñas en los ojos de vergüenza ajena).
Intentando pasar por alto tan tremendo error del guión, el mayor atractivo de ¨Alerta Máxima¨, aparte del nombrado escenario, testigo de explosiones, carreras y peleas cuerpo a cuerpo con desmembramientos varios, reside en la batalla de ingenio y posesión del terreno disputada entre Ryback y Strannix, clásico juego del gato y el ratón bien estructurado por Lawton donde, por raro que parezca, no es el héroe quien goza aquí de verdadera atención, pues el carisma de L. Jones, lo que ha sido la baza de su longeva carrera (al contrario que el encasillamiento en el cual quedó Seagal atrapado), le da para crear un antagonista repulsivo a la par que complejo y extrañamente simpático.

Lo que un servidor no esperaba era verle desquiciado en el último tramo y terminando por enzarzarse en una brutal pelea a cuchillos, perdiendo así credibilidad y terminando por volverse una patética parodia de sí mismo.
No importa el final de la aventura porque la conocemos de sobras, sino los estallidos de acción y sangre y la atmósfera de tensión que la conducen, y Davis maneja estos factores con blindada destreza. Ello hizo del film uno de los grandes éxitos de la temporada, y el trampolín de aquél para ser llamado a dirigir su siguiente obra, la cumbre de su filmografía...


Emmanuelle Emmanuelle 08-11-2022
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¨Hay que creerlo, hay que pensarlo, hay que imaginarlo...eso es el erotismo¨. La filosofía del desposeimiento de prejuicios morales o conformismo social en búsqueda no sólo del placer emocional o físico, sino de la más plena lucidez espiritual.
Y mientras ella, su piel rosada, su carita de ángel, sus sensuales movimientos, abriéndose paso a un éxtasis sin límites...

Ella es Emmanuelle, la única, sinónimo de la pasión, la liberación, el mito, que aún hierve en lo profundo de la mente de muchos desde su creación hace décadas. Es todo un cuento de inmoralidad, donde una joven nacida en Bangkok en el seno de una familia rica cuya vida dará un vuelco tras poner sus ojos sobre un diplomático francés catorce años mayor durante una fiesta en el prestigioso internado académico LeRosey de Suiza; Marayat Bibidh se casa con él, viajan a Tailandia y se convierten en la pareja más célebre dentro de los entornos burgueses occidentales asentados en el país, sobre todo gracias a su obsesión hedonista y experimentación sexual...
El problema es que ella es una amante (también) del cine, la fotografía y la literatura, y decide expresar su arte por medio una novela en colaboración con su marido que será publicada a través de círculos clandestinos en 1.959, y más o menos relata sus propias experiencias transmutándose en la parisina desinhibida Emmanuelle. Al hacerse legal su distribución a finales de los 60, las ideas y filosofías sobre el erotismo y la liberación carnal/espiritual de Bibidh ya habían calado en lo profundo de la cultura moderna francesa, dando pie a una saga de lo más lucrativa.

Tal vez sin la aceptación popular de la escandalosa ¨El Último Tango en París¨ no hubiese sido posible (o más tiempo tendría que haber transcurrido para) ver la luz una adaptación en el cine; por suerte se hizo el milagro, y las mentalidades cambiaron. Yves Rousset-Rouard se percató y fue a explotar el filón de este fenómeno liberal haciéndose con los derechos del libro, cuya dirección entregaría, curiosamente, a un hábil fotógrafo del Vogue y Elle sin experiencia en el 7.º Arte llamado Just Jaeckin, dejando al cineasta y habitual guionista de Truffaut, Jean-Louis Richard, a cargo del libreto.
A la mujer la conocemos preparada para marcharse a Bangkok y reunirse con su nuevo marido Jean (mal disimulo del diplomático Rollet-Andriane) bajo las cálidas luces de un apartamento moderno al más puro estilo francés, un estilo de revista de moda que bien subraya los orígenes de quien está tras la cámara; la modelo de los Países Bajos Sylvia Maria Kristel vio recompensada su derrota ante Maria Schneider en el casting para Bertolucci dando vida, aun por la casualidad más tonta, a la heroína de Bibidh, dispuesta a aventurarse a lugares exóticos y conocer a los personajes más variopintos y curiosos.

En esta Tailandia cambiada por la Guerra de Vietnam, las bases norteamericanas, el constante flujo de extranjeros occidentales, los sangrientos levantamientos populares en exigencia de una democracia y la reciente inflación por la crisis del petróleo es donde Emmanuelle va a parar, pero, ni que decir tiene, dentro de la seguridad y comodidad que le brinda la posición de prestigio de su esposo. Alejada de los barrios más pobres, de los vagabundos y las prostitutas, podrá refugiarse en entornos idílicos, elegantes y sugerentes practicando la afición favorita de los burgueses inmigrantes; y esa es, a falta de un esfuerzo real, el vicio...
Richard respeta la visión decadente, tan corrupta moralmente, tan vaga e irritante, que trataba la autora, a la cual se acercó y perteneció; en este ambiente ostentoso de vestidos caros, falsos oropeles, glamour ajado y valores enterrados entre los gusanos de la vergüenza, las mujeres son unas infieles ninfómanas y los hombres consideran la promiscuidad otro entretenimiento más de sus aletargadas vidas, que intentan avivar, sin ningún éxito verdadero, con alguna que otra tórrida aventura sexual en el jardín de atrás. Un ambiente que contamina a todos cual virus, y tal vez Emmanuelle llegue aquí como otra más del grupo, pero lo hace siendo incapaz de situarse al mismo nivel.

Sus tontos ¨affairs¨ no pueden compararse con la depredación de Ariane o la fiera sexualidad de la jovencita Marie-Ange, por ello es considerada poco menos que una ingenua sin sangre para todas sus amistades femeninas que tan bien saben entregarse al sexo sin compromiso, mientras es deseada por unos y otras como si se tratara del próximo jarrón a estrenar. No para un servidor. La figura de Kristel, tan francesa, con su cara aniñada, cuerpo escuálido y pechos pequeños, se halla muy lejos de mi gusto; es hermosa y perfecta para modelar, sí, pero también carente de todo morbo en una historia tan erótica, y ese es un gran inconveniente para encender la libido...
Y más aún por el modo en que la filma Jaeckin, quien no se separa de su acostumbrada técnica fotográfica provocando que los actos sexuales, incluso los más brutos y violentos, resulten artificiales en pantalla, artísticos pero fríos, incapaces de plasmar auténtica pasión, y en última instancia mediocres y tediosos (¿por qué no escogieron a Masumura como director?). Así de tedioso es el desarrollo narrativo, sin una trama a la que aferrarse, sólo siguiendo las experiencias ¨educativas¨ de la protagonista, quien va ganando en audacia, liberación e independencia.

Destaca entre todas ellas la vivida junto a la arqueóloga ¨Bee¨, extendiendo Richard en un contexto mucho más romántico y bucólico una aventura inexistente en el libro, y que terminaba de manera abrupta; este afán de Emmanuelle de hacerse dueña de sus deseos más allá de las ataduras del matrimonio es uno de los grandes mitos arraigados a la tradición que desea derribar el film.
Y antes la autora, quien deja al marido irritado en su impotencia al ver cómo su juguete, pues eso era ella para él, ha aprendido a experimentar por sí misma sin necesidad de su guía y de esa falsa libertad que decía concederle en un principio.

Este personaje raya en lo patético y Daniel Sarky expone dicha incapacidad masculina de maravilla. Por desgracia va perdiendo peso en la historia y quedará relegado a un segundo plano, al igual que otros secundarios más interesantes (los criados tailandeses; Ariane, que termina convirtiéndose en una parodia de sí misma; Mari-Ange, que desaparece sin dejar rastro y yo preguntándome todo el tiempo dónde se había metido), subrayándose, por si no había quedado claro, la irregularidad del guión (increíble que el tipo detrás de él sea el mismo que escribió ¨Fahrenheit 451¨ o ¨La Piel Suave¨...).
Lo que acontece se sitúa en paralelo a los derroteros que decide tomar la novela en su último tramo, y peca de utilizar sus mismos recursos y maniobras. Finalizadas las tontorronas locuras de la protagonista, es necesario que conozca de una vez por todas el verdadero significado del placer sexual, el erotismo y el deseo; esta ¨educación¨ forzada que aquí se plantea, contra la voluntad de la mujer, recuerda a la japonesa ¨Flower & Snake¨ (basada también en una novela, posterior a la de Bibidh, este clásico maldito del ¨roman porno¨ se estrenaría no obstante antes que el título que nos ocupa).

En ella se relata la iniciación brutal que un hombre traumatizado y reprimido lleva a cabo con su típicamente tradicional esposa por medio de otro hombre, un experto en sadomasoquismo. La misma situación tenemos aquí al regresar el misterioso Mario, a quien conocimos mucho antes; basado en la fea interpretación del veterano Alain Cuny (siempre alejado de todo interés con respecto al film...hasta que llegó su inesperado éxito, claro), el personaje, un italiano de clase noble, acaba por conducir la historia a una serie de enseñanzas del maestro al alumno farragosa y cargante, tal cual sucede en la versión literaria.
El problema es que es imposible comulgar con lo que dice y transmite a Emmanuelle, y su modo de hacerlo. Mientras el guión se hunde en una pretenciosidad pseudointelectual cuya clave es destruir los conceptos de erotismo y morbo en los que tanto se había esforzado, las divagaciones acerca de la inutilidad del matrimonio, la confusión entre placer sexual y éxtasis espiritual y la aceptación de la poligamia, la ninfomanía y el masoquismo como vías útiles para derribar los tabúes y represiones sociales quedan en una inútil y desesperante palabrería de filosofía barata.

¿Cómo demonios va a aspirar a la libertad, a la auténtica liberación, cuando está siendo forzada a experimentar situaciones que no desea? A partir de aquí sus pulsiones nacerán de lo enseñado, lo aprendido, para ser mecánicamente expuesto; este gesto repulsivo y asqueroso no sólo no es ni la mitad de escabroso que en las páginas, sino que queda en una nota de contradicción confusa y amarga.
Y para más inri dejando a la película sin conclusión, sin clímax, sin un último gran suspiro. Se nos priva de ese arrebato final del libro, ese enorme ¨¡Estoy enamorada!¨ que tres veces lanza ella en la cúspide de su gozo carnal y deleite espiritual, como si el guión censurase lo que pretendía defender. Un desastre, la verdad...

Pese a todo, y tras un importante cambio en el Gobierno francés que por fin elimina la censura, los récords se baten a escala nacional en poco tiempo, la polémica leyenda de ¨Emmanuelle¨ cruza fronteras y deja su influencia en otras culturas tanto por su erotismo salvaje como por sus ideales modernos.
Así llega otra era al cine, más abierta y provocativa, gracias a una pequeña y mediocre obra en la que en un principio nadie creía y todos detestaban; a Kristel, por su parte, el papel le iría persiguiendo toda su vida, para no abandonarla jamás, pero así lo quiso ella...


Spun Spun 08-11-2022
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La pupila de un ojo contraída en plano-detalle. ¿De quién?, no importa, es un plano que lo explica todo: subidón, éxtasis, un estado mental distinto que es mejor no conocer.
No cabe ninguna duda de que la persona que ideó ¨Spun¨ se encontraba bajo sus efectos.

William de los Santos provoca auténtica inquietud si se le observa un par de segundos, ya desde su aspecto estrafalario a lo Alan Moore, y eso que asistió a la universidad como cualquier chaval...pero se metió en el mundo de las drogas de una forma espantosa, ejerciendo de chófer para un fabricante de metanfetaminas a lo largo y ancho de Oregon. Aquellas experiencias le convierten a mediados de los 90 en un adicto a esa droga, le trastocan la cabeza y le marcan de por vida, y ello lo irá a reflejar en un guión psicotrópico, ininteligible y basado en todo lo que ha vivido.
Es asombroso hasta donde puede llegar el ahínco humano cuando se cree en algo, y este chiflado lo demostró marchando a Los Angeles y acosando a una gran cantidad de individuos que de algún modo u otro estaban en el negocio del cine. Su empeño resultó en cruzarse con Hans Jonas Åkerlund, un sueco de mucho prestigio relacionado con el universo musical y los videoclips (Madonna, Ozzy Osbourne, Metallica, Smashing Pumpkins e incluso McCartney han estado a su servicio...) que sin embargo trató de evitar lo posible hasta el momento en que accedió a leer su alucinada historia. La producción, totalmente independiente, tardó en ponerse en marcha y sufrió varios periodos de estancamiento.

El concepto de ¨Spun¨ es curioso: la historia ni empieza ni termina, simplemente sigue, al igual que la vida de los personajes implicados en ella. Y entramos con la naturalidad de un documental, una vida colapsada por la locura, la miseria, la pobreza, la ruina humana de frente y sin paliativos, en un lugar perdido que perfectamente puede ser la Eugene de Ontario; y Akerlund nos empuja a ella, a esa atmósfera malsana con la fuerza de un ciclón, gracias a su urgencia visual y montaje tan ¨ritchiano¨ de ritmo taquicárdico y experimental, que comparte junto a Johan Söderberg.
Jason Schwartzman como una versión perversa, desagradable y no tan simpática del Nicky de Adam Sandler, más o menos con la misma capacidad neuronal, es el álter-ego del guionista y casi todo lo que le sucede en el transcurso de varios días se relaciona con la realidad. Y somos obligados a saborear, contemplar y escuchar el universo pútrido y consumido en metanfetamina en el que él está ya metido hasta el cuello, y que lo simboliza el interior de la casa de ¨Spider¨ Mike, primera de muchas referencias cinematográficas (donde un John Leguizamo haciendo lo que mejor sabe (el loco) suplanta al Eric Stoltz de ¨Pulp Fiction¨ mientras Mena Suvari podría ser la cara más fea, grasienta y lánguida de Rosanna Arquette).

Bien integrados todos ellos en el vértigo técnico-visual servido sin pensar en los nervios del espectador; es el efecto que desea el cineasta: la condición física y mental de alguien que ha sido forzado a probar esta droga y empieza a sufrir las consecuencias de una subida de la presión arterial, agitación psicomotriz, esquizofrenia paranoide y alucinaciones, y antes de llegar los créditos iniciales ya nos sentimos así. Por ello no es tanto el énfasis que se le da a la trama como a la forma del film y al carácter de su troupe, todos trastornados, inocentes a su modo, algunos malvados...
Aun así no se ofrecen moralejas absurdas acerca de la drogodependencia, ni se profundiza mucho en los anteriores, al contrario de Boyle en su ¨Trainspotting¨. Esto es un día a día de colocón y efectos, lógica de reiteración y delirio como la de ¨Miedo y Asco en las Vegas¨ sin alcanzar las dimensiones del fascinante imaginario de Gilliam, y sin plantear las oscuras reflexiones ni la caída en desgracia (ni nada mínimamente trascendente) de ¨Réquiem por un Sueño¨, a la cual Akerlund ha echado el ojo y pretende imitar en estilo, forma y riesgo, pero quedando su sinsentido más cerca de la horrible ¨Cookers¨, realizada un año antes.

Sin embargo Brittany Murphy, quien traslada sus propias adicciones (la cocaína y la (terapéutica) metanfetamina, culpables de llevarla a la tumba unos años después) a Nikki (clásica zorra con el corazón de oro, versión drogadicta de Vivian Ward), destaca entre los imbéciles adictos, clubs de striptease, terribles suburbios, policías corruptos y el ¨villano¨ ¨The Cook¨ (ese Rourke en un mundo muy acorde a su vida en aquel momento, sin importarle el guión ni el reparto, a su aire, de cowboy arrogante, como de costumbre...), en definitiva: una luz de esperanza en mitad de tanta negrura de la que para todos es imposible escapar.
Es quien representa el cambio frente a la debilidad de Ross, la paranoia de ¨Spider¨ Mike, la irritación constante de Cookie, la falta de compasión de ¨The Cook¨ o la asquerosa existencia de ¨Frisbee¨ (¿quién iba a pensar que encontraría al tierno Patrick Fugit de ¨Casi Famosos¨ en semejante papel?). Tal vez el primero desea reunirse con su ex-novia, pero se ve incapaz de afrontar un cambio vital; Nikki, por suerte, es una criatura de puro candor y afecto, la única bocanada de aire en este agujero ahogado con el humo de los químicos de las anfetas, la única que, aun atrapada en él, intenta huir hacia un destino mejor. Un puro sustitutivo femenino de Mark Renton.

Más allá de este increíble personaje sólo queda: frenesí desde todos los ángulos, estridencia, humor escatológico, violencia cruda, experimentación bizarra, absurdo basado en el cómic y la animación grotesca, imitación barata de otras obras, una trama sin principio ni final.
Pero también hay un asombroso desfile de caras conocidas: de Eric Roberts, Ron Jeremy y los artistas Billy Corgan, Deborah Harry y Rob Halford, símbolo de la influencia musical de Akerlund, a Peter Stormare y Alexis Arquette de pareja policial ¨exploit¨ (y enormes en las, de lejos, mejores escenas de la película, homenaje absoluto a Tarantino).


La Caza del Octubre Rojo La Caza del Octubre Rojo 20-10-2022
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El sonido de la osadía, la rebelión, la traición, la guerra, es el sonido del silencio.
Tan monumental en su tamaño como en su sofisticación, el submarino más imponente de tierras soviéticas zarpa hacia Norteamérica, el Mundo entero echa a temblar, pero sólo un hombre comprende sus intenciones y las de su capitán...

De esta manera no sólo se nos introducía en la primera de las muchas y suicidas misiones protagonizadas por el sagaz analista y asesor de seguridad nacional para la C.I.A. John P. Ryan (quien para mí siempre tuvo el físico de Michael Caine), sino en la primera de las muchas obras que pondrían a Thomas Clancy en las listas de los autores más reconocidos y prestigiosos de todos los tiempos. Resulta increíble que un tipo rechazado por el ejército por su mala vista y que pasaba horas trabajando en una agencia de seguros, propiedad de la familia de su esposa, pusiera de los nervios a un considerable número de militares y civiles con ¨The Hunt for Red October¨.
La razón fue su tremenda labor para documentarse, alimentado por su pasión por la historia naval y todo lo referente a tácticas militares, elementos técnicos y avances dentro del universo de defensa y bélico; la época hizo el resto, pues su debut, que incluso pasó a ser elogiado por Reagan, llegó en un momento extraño con respecto a la Guerra Fría, apareciendo un año después de que la tensión entre EE.UU. y la U.R.S.S. creciera hasta temerse un definitivo ataque nuclear, con la flota estadounidense llegando al Báltico y poniendo en alerta a Andropov y sus camaradas. Por fortuna esta ¨reaganiana¨ ¨Guerra de las Galaxias¨ de tácticas psicológicas se enfrió antes de que estallara del todo...

Un curioso clima de insatisfacción para proponer la hazaña del capitán de un submarino soviético en pos de la huida de su país y de la solicitud de asilo político en terreno enemigo, relato que parece inviable llevar al cine pero que termina sucediendo tras un largo proceso de preproducción, donde se ha reunido un presupuesto millonario, un John McTiernan que gracias a ¨Jungla de Cristal¨ ha quedado entre los más eficaces directores de acción del momento y un sólido reparto con el hacía poco resucitado Sean Connery, de casi 60 años, a la cabeza, encarnando a ese Marko Ramius que a finales de 1.984 escapa en el Octubre Rojo, presentado en una introducción perfecta para el escocés, solemne y consciente de sus actos.
Es por tanto que pese a ser la primera aventura de Ryan y de demostrar madera de héroe aun siendo una rata de oficina de la C.I.A., nunca roba el protagonismo al anterior; Alec Baldwin aporta credibilidad y simpatía al analista de 34 años, a quien ya encontramos junto a Caroline y Olivia y a las órdenes de Greer, preparado para entrar en acción. McTiernan hace buen uso de los más de 30 millones de presupuesto y de la ayuda especial del ejército y la marina, lo que asegura un despliegue de medios colosal durante el desarrollo de esta historia con cierto sabor británico, cocinada a fuego lento y avanzando gracias a las interacciones/intervenciones de los personajes.

A fuego lento aun con los cambios oportunos ante la tarea de adaptar una novela que casi llega a las 400 páginas; Donald Stewart y Larry Ferguson tienen que condensar las muchas disertaciones del nativo de Maryland, con gusto por la profundización a base de monólogos interiores y la extensión en las operaciones para llegar a una conclusión. En lo primero se acierta de pleno, pues aquí no hay tales monólogos, sería una maniobra ridícula; las primeras páginas dejaban al descubierto el objetivo de abandono y deserción de Ramius...los guionistas, sin embargo, lo presentan como el aparente villano, cuando no lo es.
Pero su postura ante la tripulación que comanda y, cómo no, todos los del exterior, es la de un extremista chiflado que desea desencadenar una guerra, apropiado para el marco de mitad de los 80 en el que se ubica la acción, dando pie a aflorar con intensidad (no cuando se estrena el film, pues el muro de Berlín acababa de ser derribado y esto no representa ningún peligro) el tan antiquísimo pánico arraigado al poder de invasión comunista. Aun esbozando a un grupo de soviéticos, enemigos por definición de EE.UU., desde lo humanista e íntimo, ese pánico de las páginas se traslada al film.

Ese pánico hace saltar alarmas en todos, incluso el embajador soviético (lo que no sucede en el libro) contacta con el Gobierno para informar, en una bien urdida treta, del suceso.
Ese pánico que también estuvo a punto de desatar una auténtica guerra en Noviembre de 1.983, debido a la posesión de armas nucleares y a las erróneas suposiciones. Gracias a que está Ryan, la cinta adhesiva entre la ignorancia de su propio Gobierno y las sospechosas acciones del ¨enemigo¨, la trama promueve la gran sorpresa de los ¨thrillers¨ situados durante la Guerra Fría.

Y es que, al menos para a un servidor, lo más atractivo del debut de Clancy no es su verborrea tecno-científico-militar, ni de las estudiadas estrategias marinas, ni de la exposición tan detallada de armamento avanzado que debería estar en posesión de un secretario de la marina y no de un agente de seguros (luego resulta que todo era un invento suyo), sino la idea de que, en un punto tan peliagudo de la longeva Guerra Fría, militares de uno y otro bando pudiesen llegar a un acuerdo, a dialogar en la misma sala sin tener previamente que abrir fuego o dejar por el camino unos cuantos cadáveres, a confraternizar.
El papel de Ryan es vital: no es militar propiamente dicho, sabe ruso, conoce personalmente al ¨invasor¨ (aunque todo el pasado acerca de la mujer de Ramius, que incluye tráfico de influencia política, quede sin revelarse, una lástima...), y aplica sus conocimientos en logística y su poder para el diálogo a la emoción humana. Un estadounidense que justifica los actos del enemigo y que desea convencer a todos de su buena intención, haciéndole un blanco indudable de miradas recelosas por parte de los que están a su alrededor, desde los funcionarios del Gobierno a los oficiales que se hacen cargo de la situación bajo el agua, como el capitán Mancuso (Scott Glenn en su habitual pero solvente interpretación).

Ante todo, dentro de estos espacios de soledad, sudor, aire irrespirable, claustrofobia y mínima capacidad de movimiento a los que el director nos arrastra como hiciera poco antes con McClane en el Nakatomi (similar e intenso duelo libra Ryan contra un saboteador entre los estrechos pasillos del Octubre) destaca su acercamiento psicológico, que se podrá expresar en una interacción memorable entre Sam Neill (un Borodin mucho más ¨emocional¨ que en el libro) y Connery, dando su visión desesperanzadora sobre el Mundo, sujeto a los hombres que a su vez se hallan sujetos a los conflictos.
La desilusión de un individuo por su patria soviética que no podría ir con peor sentido en la novela, presente en el guión: el de situar a los militares americanos en la mejor posición, la de la más infalible respuesta naval, mejor preparación y toma de decisiones, y pronunciada hospitalidad frente a las autodepredadoras maniobras soviéticas; lejos del agua y los submarinos está el entramado de conspiraciones, secretos, intrigas político-militares, medias mentiras, medias verdades y traiciones disfrazadas entre miembros del mismo bando, ambos presas del terror ante esas misteriosas intenciones de Ramius.

Traiciones las cuales dejan al descubierto una enorme brecha de seguridad interior, y mayor en el bando soviético, claro. Pobres rusos, que quedan como incompetentes y desamparados cuando ellos siempre han sabido marcar la ofensiva.
En un momento dado, para reforzar ese afán por la humillación y ya concluido el argumento, el embajador habla de otro percance en su flota, a lo que el consejero de seguridad nacional responde divertido ¨Andrei...no me dirá que han perdido otro submarino¨. Vence el Tío Sam al lobo de la estepa, y a Clancy y a toda la marina de EE.UU. esto le tiene que encantar.

Y la película rompe récords de taquilla y confirma la maestría absoluta de McTiernan para el ¨techno-thriller¨ de intriga de alto voltaje, sin por ello tener que atarse a los típicamente recargados efectismos de Hollywood; a cada paso que da la trama, sobrio e inteligente, más es nuestro deseo de sumergirnos a bordo del Octubre Rojo junto a sus protagonistas, y más cosas descubrimos en cada visionado.
Por otra parte, Baldwin demuestra ser un buen Ryan, y ello hizo despegar su carrera, pero Harrison Ford, que curiosamente había rechazado el papel en primera instancia, tomaría el relevo en sus futuras aventuras...


Secuestro (Hostage) Secuestro (Hostage) 20-10-2022
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¿Cuántas veces hemos visto lo de quedar presos en el propio hogar del cual un día nos arrancan la libertad de posesión?
Una vez más entramos a otro junto a unos asaltantes que no saben la mala experiencia que les espera.

Lo hacemos, además, siempre agazapados tras las rocosas espaldas de Bruce Willis. Sí, mitad del 2.000 y ahí estaba, manteniendo el tipo con 50 años recién cumplidos, casi nada para una gran estrella como él, ya demostrado en aquellas fechas con ¨Lágrimas del Sol¨ o ¨Sin City¨; pues dos semanas antes de la memorable versión cinematográfica del cómic de Frank Miller llega la que nos ocupa, algunos pensando que sería su retorno a sus clásicos papeles de héroe de acción. Sí y no, es díficil de concretar.
A Doug Richardson, autor y guionista de importantes ¨blockbusters¨ (¨Dos Policías Rebeldes¨, la 2.ª y la 4.ª parte de la franquicia de ¨Jungla de Cristal¨), se le encarga, para una coproducción de abultado presupuesto, la adaptación de ¨Hostage¨, celebrada novela del maestro del policíaco Robert Crais, un Hammett moderno por así decirlo, publicada en 2.001 y curiosa en su haber al estar alejada de su longeva saga de Elvis Cole/Joe Pike. No tengo muy claro, ni me apetece averiguar por qué, este relato criminal de sabor clásico pasa a manos de Florent Siri, otro francés con el síndrome de ¨me creo Luc Besson¨, más director de videoclips que de películas.

En aquel entonces, de hecho, se le conocía por la inverosímil y frenética ¨Nido de Avispas¨, su carta de presentación al Mundo (y menuda, señores). Ya vuelve a hacer uso de su estilización visual durante unos créditos iniciales que parecen más bien los de una película de DC o los de ¨Sin City¨ (considerando que se estrenó antes, ¿hablamos de influencia?), y entramos en materia con un Willis andrajoso encarnando a un hábil negociador, en este prólogo que, de no estar inspirado en ningún libro, podría haber sido extraído del de ¨Mercury Rising¨, donde el anterior Jeffries ahora es Talley.
Todo un cliché: el especialista marcado por un trauma del pasado que, tiempo después, intenta cicatrizar sus heridas en un puesto más humilde mientras rivaliza con una tensa situación familiar (tomando parte en ello la propia hija del actor, Rumer); lo que pasa es que Siri, pese a su nervio y talento para lo visual, no capta la emoción visceral de las páginas de Crais. Otro cliché que ayuda a sentar las bases de la trama: los delincuentes que, huyendo de la escena del crimen, se cuelan en una casa con algunos secretos; estas secuencias introductorias se filman y tratan con una aspereza que destilan aroma de los 70 en cada fotograma.

O más bien, con personajes como el nervioso Dennis y el inquietante Mars o la adolescente de sensualidad explosiva Jennifer, esto está más cerca de ser el ¨remake¨ de alguno de aquellos ¨slashers¨ de la época (si hacemos memoria a mitad del 2.000 dicho fenómeno de resurrección estaba en su apogeo). Y se desata la incoherencia: que en una mansión de alta tecnología en las montañas puedan entrar tres paletos subnormales con esa facilidad...en fin; este primer acto de intensidad brutal desarrolla la trama de ¨Horas Desesperadas¨ en algo así como el escenario de ¨La Habitación del Pánico¨.
Talley entra a formar parte de rebote, cuya actitud de Willis es la misma de sus héroes (o anti-héroes) de antaño: la pesada resignación. Pero el libreto, que despliega el suspense de manera efectiva repitiendo todas las maniobras de los ¨thrillers¨ con rehenes y negociadores, opta por un giro curioso y chirriante: abrir una subtrama donde el padre de la familia está vinculado con unos misteriosos criminales. Y yo creo que resulta un tremendo esfuerzo que éstos busquen a la familia del cansado policía y la utilicen para sus propósitos, sabiendo que sus planes pueden torcerse en un abrir y cerrar de ojos...pero sucede, y nos lo tenemos que tragar con patatas.

Richardson no tiene la culpa; esta desviación narrativa ya estaba presente en el libro, y lo único que él hace es cambiar al poderoso grupo mafioso al cual pertenece el padre (antes Sonny) y el complejo argumento que se construye sobre ellos. En las páginas, gracias a la prosa sólida y ágil del autor, las sorpresas resultan agradables, pero tal vez no funcionan en el film, y menos del modo en que está plasmado; mientras tanto, en el interior y alrededor de la mansión, crecen los violentos cara a cara entre buenos y malos, y entre ellos mismos, mediando Talley con sus propios métodos, sobre todo por su propio interés (al estilo Willis).
En esta historia donde cada grupo de personajes son rehenes de otros (los policías y la familia de los secuestradores, los secuestradores de la misma casa donde se han encerrado, la familia de Talley de los criminales, éstos a su vez, y por las circunstancias, de Talley, y él como rehén universal: de su traumático pasado que renace en esta situación presente y amenaza con repetirse las mismas funestas consecuencias), Siri se presta demasiado al efectismo, al estilo de Hollywood, a ciertos clichés del ¨thriller¨ del siglo XXI, incluso en este film que con sus vueltas de tuerca y peculiares personajes intenta alejarse de dichos clichés.

Esas vueltas son su soga al cuello; un último tramo entre el ¨psycho-slasher¨ (dentro de la casa, con Mars convertido en un monstruo de Hooper o Craven) y las resoluciones tópicas (mejor habría sido dejar morir al padre, como sucedía en la novela, o por ejemplo vincular a los jóvenes delincuentes con el grupo de misteriosos asesinos, en otro giro inesperado...).
Tras Willis y ese Ben Foster que da escalofríos, las actuaciones no se apartan de lo rutinario; destaca, no de manera elogiosa, el puñetero Jimmy Bennett anticipando lo que haría en ¨Firewall¨ o ¨Poseidon¨, e insufrible en su papel: otro niñato con el síndrome de Kevin McCallister que cree que todo lo puede ante los villanos. Yo me quedo con el buen trabajo de Giovanni Coltellacci a la fotografía y Keith Cunningham a la dirección artística.


The Mechanic The Mechanic 20-10-2022
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Se prepara con toda la tranquilidad del mundo, desde la distancia observa su objetivo, la observa día tras día hasta que esa rutina ajena se convierte en la suya propia.
Y todo por un fin: la muerte. La razón es un fajo de billetes. Sin otros motivos...

¿Se acuerda alguien, a estas alturas, de Charles Bronson? Como muchos hombres de acción de su época no consta en el disco duro de la generación actual, para otro sí, como es el caso de un servidor; con 51 años y sin perder la compostura colabora una vez más junto a Michael Winner en esta pequeña película que, dentro del culto, se mantiene como uno de los ¨thrillers¨ más extrañamente siniestros de los 70, lo que realza su atractivo. Pero Lewis J. Carlino odió el producto final, masacrado por la decisión de Irwin Winkler y Robert Chartoff de eliminar ciertos detalles realmente poco convencionales.
Como una relación marcada por las pulsiones sexuales y de muerte entre dos asesinos a sueldo, pero esto quedó borrado del mapa cuando entró el actor a ocupar el papel. Es por tanto desconcertante la decisión de los productores y el guionista original de maquinar una reinvención de la historia en nuestros tiempos, y peor aún del modo en que va a llevarse a cabo; sólo con saber que está a bordo Jason Statham, el implacable héroe de acción de estas últimas décadas, podemos intuir cuales serán los derroteros, más aún si tenemos en cuenta que en el guión participa Richard Wenk (¨16 Calles¨, la secuela de ¨Los Mercenarios¨...) y tras la cámara Simon West.

En mi opinión, y pese a un par de títulos rescatables, este señor no ha dejado ser una especie de pequeño sucedáneo de Michael Bay desde que saliera a finales de los 90 con el disparate de ¨Con Air¨, alguien perteneciente a esa generación de cineastas sin personalidad y cuyos recursos son: cámaras mareantes, énfasis en la acción y la violencia e introducción de personajes huecos en ella como marionetas sin alma. La secuencia de presentación del protagonista es un claro ejemplo y sirve para establecer inmediatamente la desemejanza con la ¨Mechanic¨ original.
Al inicio de un cuarto de hora donde se nos mostraba la minuciosa preparación de Arthur Bishop en su especial y repugnante trabajo, filmado con eficacia y ese toque áspero y brutal de los 70, le sustituye el espectáculo de piruetas, planos rápidos y momentos de entrega física tan conocido del cine de acción actual; rematado con la molesta narración omnisciente a modo de explicación para el espectador imbécil, esta versión se acerca más a la realizada poco antes ¨Bangkok Dangerous¨ (otro ¨remake¨, para más inri) que al clásico de Winner. El oscuro relato del asesino a sueldo de Bronson pierde sus sombras, gana en movimiento, se vuelve artificial y rutinario, se vuelve un plato de Hollywood para paladares no exigentes.

Curioso también cómo se tergiversa la trama y la relación entre el protagonista y Harry McKenna (Donald Sutherland de saldo en remplazo del mejor Keenan Wynn), que ahora pasa a ser un ¨mentor¨, un padre sustitutivo y pieza esencial de la misteriosa organización en la que trabajan, cuando antes era alguien ajeno, empleado gracias al padre del primero. El hijo, Steve, es el tedioso Ben Foster, sin el atractivo malévolo que desprendía Jan-Michael Vincent, y su unión con Arthur se da por medio de una conexión más fuerte y emocional (pero sin el rastro de homosexualidad que en su día pretendió Carlino).
Se hace así hincapié en la carga de la culpa y en la transmisión de la amoralidad donde lo impasible sigue jugando un papel vital, si bien el guión está confeccionado acorde al estilo de Statham. Bronson conseguía distanciar al espectador debido a su cinismo y soledad, así como su película gracias a ciertos desvíos inquietantes al suspense psicológico y un espíritu descorazonador; aquí se liman de lo segundo esos ambientes y queda una pizarra de superficialidad, en cuanto a lo primero el guión hace por acercar a Statham al espectador, lograr su simpatía. ¿Y cómo? Pues porque sus objetivos a asesinar son, curiosamente, tipos horribles que lo merecen.

McKenna es una excepción dentro de sus operaciones, y hasta tiene tiempo de ser amigo de un vagabundo y salvar la vida a un atracador negro, así que nuestro asesino no sólo es un hombre bueno, sino un maldito héroe (¡¿estuvo contento con estos cambios el sr. Carlino?!). Todo ello, por mucha ultraviolencia y detalles espinosos que contenga, convierte a la presente ¨Mechanic¨ en una peripecia de frenesí palomitero, sin nada que ofrecer que no sea un estúpido cliché de la acción de estos tiempos. Incluso la traición de la organización resulta previsible.
Mientras a Bronson lo distinguía un aire duro pero sobrio, el británico, como los astros de antaño en los que aquí y siempre se ha reflejado (pues un film de este calibre no desentonaría en las filmografías de Wesley Snipes, Dolph Lundgren, Steven Seagal o Chuck Norris), vuelve a encarnar a una imparable máquina de matar, que corre, se descuelga por rascacielos, brinca, sabe artes marciales y no tiene tiempo para sangrar (ni una gota, señores), un dibujo animado ni más ni menos. Para reforzar esto hemos de escuchar, por enésima vez, esa tópica conversación donde otro alabe sus habilidades, en este caso Sutherland.

No por necesidad, sino para dar una ligera idea al público sobre el personaje, como si no fuese algo más que sabido (¡¿de verdad estuvo contento con estos cambios el sr. Carlino?!, ¿de verdad?). Por tanto el enfrentamiento entre Arthur y Steve (cuyo motivo es además otro) no entraña sorpresas, nada podría vencer ni superar la inteligencia del primero...y menos el idiota interpretado por Foster...
y ello provoca la mayor vuelta de tuerca frente a la original: no acabar con su protagonista, lo que sí acaba con ese espíritu desesperanzador y melancólico que la caracterizaba, y dando pie, por desgracia, a una secuela aún más inútil y superficial. Parece que con cada película Statham reafirma sus limitaciones, paradójicamente impuestas por él mismo; ésta, pese al notable éxito de taquilla, es un buen ejemplo...


Shinjuku Outlaws Shinjuku Outlaws 19-10-2022
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Cuando Yomi entra en la oficina del clan Okumura su aura es distinta a la del resto si bien no deja de ser un yakuza. De tomo y lomo además.
Cuando ellos amenazan con pistolas él defiende el código con el autosacrificio habitual, a punta de navaja. Es el honor de un nativo de Hiroshima, mucho mayor que el de uno de Shinjuku.

Y es la guerra yakuza, tan vieja y contada, y si hay alguien que supo preservarla durante la década de los 90 ése fue sin duda Takashi Miike (también lo harían otra decena de cineastas, pero no con el mismo ahínco ni entusiasmo). Cuando llega el momento en que le encargan ¨Shinjuku Outlaws¨ tiene 34 años, una carrera dentro del negocio del ¨V-Cinema¨ en pleno despegue y aprovechando esto con toda la libertad de la que goza (la cual, en estos días, parece un tanto restringida); sin embargo no tiene, a gusto de quien escribe y a excepción de ¨Oretachi wa Tenshi janai¨, ni un solo título que destaque como es debido.
Se podría decir que este pequeño relato de sabor clásico, inspirado en la novela de mismo nombre del legendario productor y guionista Tomoyuki Tanaka, será el pequeño paso adelante para cambiarlo todo. Se inicia bajo un color mucho más lúgubre y apagado que el acostumbrado en las películas del de Osaka, el marcador de pisos de un ascensor figurando la aguja de un reloj que corre en contra de alguien, un jefe moribundo en la habitación de un hospital, elementos que simbolizan una tragedia próxima. No en vano queda anunciado el fin de la era Showa...

Cuando Shoichi se dispone a vengar a su oyabun, ésto no sólo marca el posible fin de su vida, sino el fin de una década y el principio de otra distinta. La resurrección y vuelta del yakuza a la sociedad es conocida en el género, y una de las razones es que sirve para señalar los grandes cambios que se han producido en ella; de pertenecer ¨Shinjuku Outlaws¨ a los tiempos de Gosha, Ozawa o Fukasaku, el protagonista se apartaría en los 60, era de expansión económica, para volver (bien de prisión o del hospital) en los 70, marcados por la crisis del petróleo.
En este caso es abatido en los 80 para despertar en los 90; todo tiempo pasado fue mejor para un yakuza, y esta atmósfera de soledad y melancolía está presente de principio a fin. Como era de esperar aquél, tras una secuencia de ¨resurrección¨ similar a ¨Difícil de Matar¨ (estrenada poco antes y con la que comparte algunas semejanzas), es un extraño en este lugar pasto de las secuelas del estallido de la burbuja económica, las deudas económicas inabarcables, el pánico social (aquel 1.994 los Aum Shinrikyo ya comienzan sus andadas con el gas ¨sarin¨) y la inmigración masiva, que pasará a ser el tema esencial de la historia.

La cruzada de Shoichi por encontrar a su compañero Eto y a la mujer del jefe, Ayumi, le lleva a los confines de Shinjuku, donde operan mafias muy diferentes, y además de nacionalidades mezcladas; la visión de Tanaka sobre este problema es tratada por el director con la suficiente humanidad como para no ser tachada de reaccionaria ni racista. La urbe del Kabuki-cho, cultivo de un rico mosaico de razas: coreanos, chinos, vietnamitas y taiwaneses, señalados como los peores; lejos de la mafia de Fang y sus crueles maniobras contra los nipones, tenemos a un exiliado peruano o a una prostituta filipina (la premiada y hoy olvidada Ruby Moreno), arrastrados a ese mundo criminal únicamente por la pura supervivencia.
Encarnado por Hiroyuki Watanabe cual moderna combinación de Bunta Sugawara y Tatsuya Nakadai, Shoichi avanza sin descanso entre yakuzas deshonrosos y traidores, clanes a punto de ser destruidos necesitados de un cabeza de turco o policías amoldados a ese ambiente de violencia y corrupción sin límites (ese cínico Tagami, a quien da vida el otrora cantante y actor y ahora político Kiyoshi Nakajo), y avanza como el caballero de una ¨ninkyo-eiga¨ en toda regla, con su honor intacto allá por donde pasa. Mientras, mafias nativas y extranjeras bañan de sangre las calles, y las ¨fuerzas del orden¨ miran a otro lado esperando a que se maten cuanto antes mejor.

Un protagonista romantizado frente a un infierno de amoralidad, cobardía y mentira, de esta forma prevalece el tributo desde su vertiente crepuscular (la que por esas fechas trazaron Kitano e Ishii con ¨Sonatine¨ y ¨Gonin¨). Goza de estridencia, nervio, buenos estallidos de violencia cruda (recordemos la secuencia de agresión a la prostituta, mucho más extensa e incómoda que la de ¨Amor a Quemarropa¨, de la que parece influenciarse), pero esta es una aproximación nueva para Miike, sin desvíos al delirio, sin extravagancias, salvo por instantes puntuales (¿criminales bailando a la vez que asesinando en plena calle?, sí, por favor).
Rematada con un clímax, si bien la mar de absurdo (un coche no vuela por los aires con un disparo, porque esto no es una película de Stallone, demonios), también absolutamente desesperanzador, perfecto para la década, ¨Shinjuku Outlaws¨ es todo un preámbulo, un cristal, aún de aristas sin pulir, en el que habrán de reflejarse ¨Ambition without Honor¨, ¨Agitator¨ o la gran ¨Cementerio Yakuza¨, con las que aquél homenajearía las fábulas yakuza de antaño desde una perspectiva dramática y oscura, inteligente y clásica, entre otros títulos que serán meras parodias aberrantes y disparatadas.

Pero en efecto las aristas están sin pulir, la filmación en vídeo deja al descubierto una forma fea y rudimentaria, por no hablar de los agujeros del guión o personajes que se supone cuentan con un peso en la historia y luego parece que no están, o sí, o no, caso de los desaprovechados Jung-Il ¨Hakuryu¨ Jun o Yumi Iori.
El afán del director por perfeccionarse en dicha forma de mirar al género gangsteril pronto se reforzaría con ¨The Third Gangster¨, por cierto su primera obra estrenada en cines.


La Recompensa La Recompensa 15-10-2022
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Según dijo un amigo que fue a pasar unas vacaciones en Dublín, el término ¨cute hoor¨, tan de jerga irlandesa y tan confuso, se refiere de manera general a las maniobras sucias y reprobables de individuos que sacarán beneficio con ello, si bien se extiende a un contexto histórico más amplio y sobre todo político, donde es aplicado con mucha socarronería.

Serviría de perlas para definir a cada uno de los individuos que pueblan el ecléctico escenario urbano mitad irlandés, mitad británico, en el cual nos sumerge el señor Ian Fitzgibbon, otro de esos que surgieron de las filas de la conocida Generación de Cineastas Irlandeses del Nuevo Siglo (de donde podríamos sacar a Lance Daly, Kirsten Sheridan y los más populares Martin McDonagh y John Crowley), en un momento en que ha ganado cierta repercusión gracias a la hábil comedia negra ¨A Film with Me in It¨, todo un orgullo para su productor Alan Moloney.
Éste, con quien ha colaborado desde sus tiempos de realizador televisivo, esperaba de él un gran salto al mundo del cine, y con la confianza del bien recibido debut se pudo invertir más dinero para hacer realidad el libreto del prestigioso dramaturgo y guionista (que ha escrito para la mitad de directores antes mencionados) Mark ORowe, pero el coste es menor en Inglaterra y al final se filma más allí que en Dublín, causa de los muchos retrasos sufridos en la producción. Quizás esto es lo que da a ¨Perriers Bounty¨ la sensación de urgencia durante casi toda su primera parte, a pesar de ser presentada bajo un halo de misterio, difuso y a la vez atractivo.

Bajo la voz áspera, cansada y llena de mordacidad que provee Gabriel Byrne nos adentramos en esta Dublín un tanto melancólica, como si fuese a ser testigo de una serie de hechos imposibles de cambiar, y es que hay una cierta atmósfera de insatisfacción pululando por encima de las cabezas de todos los individuos que a su vez pululan por debajo de la ciudad. Uno es Michael con el aspecto de un Cillian Murphy desaliñado y barriobajero, héroe de la aventura urbana que Fitzgibbon prepara en 48 horas y que desde su inicio posee cierto sabor a Guy Ritchie (el escenario es en realidad Londres), Tarantino, pero más aún a McDonagh.
El argumento está sacado de una novela negra de bolsillo y tampoco se puede rascar mucho; en esencia ¨Perriers Bounty¨ nos devuelve a las historias de criminales sin escrúpulos, chicas venidas a menos, perdedores carismáticos y violencia sin edulcorar de toda la vida. No es necesario mencionar un referente/inspiración clásico de esta película porque pueden salir decenas de miles, pero ORowe le da ese aire fatalista tan interesante, lo inunda todo de pesimismo, mientras Fitzgibbon lo interpreta a su manera irónica y un tanto alocada para mantenernos enganchados.

Como Michael, tenemos un amplio mosaico de personajes bajo el estigma de la mala suerte, desde la pobre Brenda (una jovencita Jodie Whittaker que enamora a cualquiera) al moribundo padre de Michael (impagable, como siempre, Jim Broadbent), pasando por el gángster local de poca monta ¨Mutt¨ o el temible cacique Perrier (Brendan Gleeson, una vez más coincidiendo con Murphy, y sublime esté donde esté), y todos se irán encontrando y separando, y las acciones de unos, como es habitual, tendrán su repercusión en las vidas de otros. De ahí que la culpa y la amargura no les dejen aire para respirar y les mantengan siempre en la incertidumbre.
Sin embargo el gran distintivo de la historia de ORowe es la presencia del amor; poco corriente de la ¨crook story¨ y el cine de gángsters de antaño al que se homenajea, pero aquí hay amor visceral circulando por todas partes: el de un padre y un hijo (Michael y Jim), el de Michael por Brenda, el de Perrier por sus secuaces, el de los porteros Russ y Jerome hacia sus mascotas (esos bonitos rottweilers), incluso hay amor homosexual entre mafiosos. Lo malo es que el director vicia la atmósfera de cinismo y violencia de tal modo que dicho amor acaba convirtiéndose en tragedia, y volvemos así a la culpa inevitable que arrastra a los personajes a la desolación.

Pero también de un macabro sentido del humor muy basado en la resignación (puede que Jim sienta que se está muriendo, pero lo acepta casi con entusiasmo; Brenda llora destrozada y Michael no tiene otra cosa para darle que un pañuelo, al final ríe, aceptando lo que tiene). Este humor termina de dar un toque de ligereza al conjunto y caricaturiza tanto fatalismo, no de una forma tan hábil a como hicieron los Coen en ¨Fargo¨, Gary Fleder en ¨Cosas que Hacer en Denver cuando estás Muerto¨ o McDonagh en ¨Escondidos en Brujas¨, pero podría acercarse esta visión.
Quizás por culpa de dicha ligereza impuesta, totalmente ¨ritchiana¨, algunas vueltas de tuerca resultan una sorpresa decepcionante, ya que hasta entonces se apreciaba cierto nivel de ingenio, en especial durante los últimos cuartos de metraje (de haberse dado la muerte de Michael, tal y como la tenía planeada el terrible Perrier, nos habríamos quedado catatónicos...en lugar de eso Fitzgibbon lo despacha del modo más torpe y previsible, y lo peor de todo: dejando que la justicia equilibre la balanza al más puro estilo americano).

Estos fallos (y otro a nombrar es no desarrollar la subtrama del asunto del robo y chantaje de ¨Mutt¨) dejan el film cojo, en poco más que un interesante entretenimiento, pero entretenimiento al fin y al cabo, y recuperación divertida, bruta, directa, lúgubre y trepidante del mejor ¨western¨ gangsteril, que tampoco es algo desdeñable para los que somos fans del género, ya que hemos de irnos siempre a épocas clásicas por no encontrar nada decente en el cine contemporáneo...


O Brother! O Brother! 15-10-2022
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¨Vosotros tres encontraréis una gran fortuna, aunque no sea la fortuna que buscáis. Pero primero tendréis que recorrer un camino largo y difícil, lleno de peligros; cosas contemplaréis que os asombrarán...

...Veréis una vaca sobre el tejado de un cobertizo, y otras muchas maravillas...no temáis los obstáculos de la ruta, pues el destino ha dispuesto ya la recompensa¨. Con estas proféticas palabras los Coen dan comienzo a su particular odisea, no a través de una tierra mitológica, sino de los EE.UU. de los años de la Gran Depresión.
Con muchos puntos en común con ¨La Odisea¨ de Homero y llevando el título de aquel libro que el protagonista de ¨Los Viajes de Sullivan¨, del director Preston Sturges, quería adaptar al cine, ¨O Brother!¨ nos cuenta la gran aventura de los presos Everett, Delmar y Peter, tres tarambanas que, bajo la falsa promesa del primero, un caradura con un pico de oro y obsesionado con su pelo, de ir en busca de un tesoro que éste había enterrado, burlan a los guardias y huyen a través de caminos desiertos y bosques.

Y en esto que hallarán, efectivamente, una inesperada fortuna que ellos, en su infinita ignorancia, desconocen, mientras se tropiezan con atracadores de bancos, políticos corruptos, ninfas de aspecto humano, un negro que ha vendido su alma al Diablo para poder tocar la guitarra y hasta el mismísimo Ku Kux Klan. Sin duda será una peripecia de proporciones épicas que no sólo representará un cambio para sus vidas, sino para toda América, en un momento en el que el país atraviesa una gran crisis.
Bañado en nostálgicos tonos sepia y acompañada de una entrañable banda sonora llena de temas tradicionales, este film, aun estando situado más o menos en los mismos años en que transcurría la trama de ¨Muerte Entre las Flores¨, no tiene nada que ver con aquel. Los hermanos Coen deciden adaptar en plan sátira la mítica ¨Odisea¨ de Ulises tomándose algunas libertades históricas y trasladándonos a los profundos EE.UU. de la Gran Depresión.

En ella afloran tiempos de cambio para la nación, tiempos de gangsters, de supersticiones, de corrupción política y también de búsqueda de esperanza, a la vez confiriendo a todo un toque ensoñador, casi de fantasía, donde ese viaje de los protagonistas se configura como una travesía épica trascendental, que a pesar de estar ubicada en un mundo repleto de violencia, injusticia, mentiras, racismo y pobreza está sin duda regada de optimismo y de oportunidades.
¨O Brother!¨ figura como una de las películas más luminosas y positivas de los Coen, junto con ¨Arizona Baby¨ y ¨El Gran Lebowski¨, en la cual los personajes consiguen la salvación pese a sus equivocadas decisiones; nada que ver con la amargura y el cinismo que destilaban obras anteriores como ¨Sangre, Fácil¨ o ¨Fargo¨. Pero ¨O Brother!¨ no es sólo reveladora, idílica, emocionante y llena de acción, sino también tremendamente divertida; de hecho el humor negro del film, elevado casi a niveles surrealistas, atraviesa toda la trama, haciendo acto de presencia desde el primer momento, donde vemos al trío corriendo tras el ferrocarril e intentar subirse a él.

Y no es la única escena memorable que los directores nos regalan, sobresaliendo la de la ceremonia del Ku Kux Klan, la del hundimiento del valle, la persecución de ¨Baby Face¨ Nelson y por supuesto el momento en que los protas cantan, como los Soggy Bottom Boys (homenaje al grupo de ¨bluegrass¨ Foggy Mountain Boys), la inolvidable ¨Man of Constant Sorrow¨. Los personajes del film tampoco tienen problemas para imbuirse en la comedia del mismo, en especial el trío protagonista.
George Clooney sabe sacar su lado más autoparódico y payaso caracterizado como un Errol Flynn de garrafón y con una labia que pa qué como ese Everett Ulysess McGill, acompañado de unos brillantes Tim Nelson y John Turturro a los que se les da de miedo hacer de idiotas. Repitiendo con los Coen están John Goodman, en un pequeño papel que manda narices, Holly Hunter, tan odiosa como en ¨Arizona Baby¨, y un gran Charles Durning encarnando a ¨Pappy¨ ODaniel, parodia del que fuera gobernador de Texas, W. Lee ODaniel.

Todos estos elementos, seguidos del gran trabajo de fotografía de Roger Deakins, la grandiosidad de su puesta en escena, el cuidadoso diseño de producción de Dennis Gassner y los logrados efectos especiales, dan como resultado uno de los más brillantes trabajos de la filmografía de los Coen, tan alabado como infravalorado.
Para mí, sin duda, es de los mejores.


La Puerta del Cielo La Puerta del Cielo 15-10-2022
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Atravesando Wyoming en tren con destino a Johnson County, el tiempo perfila las líneas del cansado rostro de James Averill mientras dice adiós a un pasado lleno de felicidad y esperanza...

Adiós para, como marshal, encarar un presente de polvo y fuego en una tierra que se desangra. Y es que solo un adjetivo define como ningún otro ¨La Puerta del Cielo¨: tristeza, y con mayúsculas, tristeza ilimitada ante la realidad de un país forjado desde la codicia y el monopolio de la violencia siempre en beneficio exclusivo de las clases dominantes; tristeza ante ese falso sueño de prosperidad sólo alcanzable por unos pocos y desolación ante la imposibilidad de que algo cambie. Este punto de partida condiciona todas las secuencias de una gran obra que sería la principal responsable de la quiebra de United Artists.
La productora, ya en una difícil situación económica desde finales de los 70 y que la grandiosidad y los desajustes presupuestarios de aquélla hicieron empeorar. Un momento importante en el cine americano: tras los Oscar recogidos por la magistral ¨El Cazador¨, Michael Cimino parecía uno de los nuevos prodigios de Hollywood, alguien a quien no se le podía negar nada de cuanto pidiera por muy delirante que sonara su visión de la Historia de los EE.UU., convertida en terreno sobre el que asentar su alegoría sobre la violencia y la ausencia de algo parecido a la verdadera justicia.

Una idea que venía madurando desde hace tiempo pero nunca pudo llevar a cabo, a partir de la célebre y luctuosa Batalla de Johnson County de 1.892, uno de los más vergonzosos y ocultos acontecimientos que vivió la nación durante el siglo XIX, convenientemente ¨revisado¨ por él al guión (pues si bien se respetan nombres de individuos que realmente participaron en la guerra, los eventos narrados distan bastante de los auténticos). El film contiene alguna de las secuencias más bellas y largas del cine americano moderno; recordando la boda de Steven y Angela cuya extensión se alargaba casi una hora, ahora es otro gran momento el que abre la historia.
En este caso se trata con todo lujo de detalles la ceremonia de graduación de James y William en el Harvard de 1.870, de esos jóvenes apuestos y despreocupados que dos décadas después se habrán de convertir sin saberlo en implacables hombres de negocios conscientes de sus privilegios y de la necesidad de defenderlos a ultranza; la elipsis nos arrastrará de la mano del primero a esa lucha entre los miembros de la Asociación de Ganaderos de Wyoming y cientos de inmigrantes llegados al país procedentes de Europa atraídos por la posibilidad de establecerse como campesinos en la nueva tierra de las oportunidades.

Pero no tardan en darse cuenta de que tal leyenda no es sino un reclamo que al convertirse en realidad hace de ellos poco menos que un ingente ejército de mano de obra barata; a ese desgraciado despertar a la realidad se une el desdén de ese grupo de terratenientes y ganaderos que prefieren agotar los recursos del terreno, y poco importa que las leyes federales contemplen la posibilidad de asentar a miles de familias campesinas dedicadas a otros tipos de producción, ya que eso supondría el final del monopolio sobre la tierra y su uso. Y aquí está ese otrora licenciado James, quien decidió cambiar la toga por el menos vistoso y rentable uniforme de agente de la ley, como el único obstáculo entre inmigrantes y ganaderos.
Éstos lanzando una imagen denostable de los primeros, a quienes transforman en el arquetipo del anarquista, agitador o ateo, paso previo a la acusación de violentos y subversivos, palabras clave con las que predisponer a la opinión pública ante una matanza selectiva orientada a sembrar la huida de esos desheredados. Los colores que provee Vilmos Zsigmond a su fotografía refuerzan esa sensación de melancolía, que Cimino registra con un virtuosismo indescriptible y un romanticismo desgarrador para transmitir el horror y la desolación de la fatalidad histórica, como habrían hecho Peckinpah, Fuller o Huston.

Seguiremos de cerca a este entregado Kris Kristofferson, en su más compleja y conmovedora interpretación, recurriendo a los camaradas que tiene entre la población inmigrante; uno de ellos es la arrebatadora Isabelle Huppert como Ella, la ¨madame¨ francesa cuyo amor James comparte muy a su pesar con Nate, uno de los capataces de los ganaderos (Christopher Walken gozando de una presentación y un final soberbios, de lo mejor que ha hecho en su carrera). El director seguirá tejiendo el patrón circular que sostiene al argumento con un motivo esencial que parece ser ese recurrente vals.
Pero el último baile circular es sin duda el de la muerte, pues casi de forma inconsciente las víctimas, que no comprenden qué pecado puede haber en simple hecho de existir, se encaminan hacia su aniquilación, y sólo en el último instante, cuando la única defensa es la más desesperada, asumirán su papel en esa impactante batalla donde la violencia se perfila como la salida más sensata hacia la supervivencia y la salvación. Impactante en su uso de la destrucción y la crueldad, Cimino nos arrastra a un terrorífico espectáculo cuya minuciosidad por la conciencia del movimiento y el regocijo en el caos nos asfixia entre polvo, sangre, cadáveres, caballos sudorosos y tiránicas muertes.

Con secuencias de este tipo que dispararon el presupuesto y el carácter intratable del cineasta, quien llevó al extremo su libertad creativa, nació una leyenda negra que culminó en una sala de edición donde éste engendró o bien un delirio de autor iluminado y mesiánico o una epopeya trágica y forzosamente romántica sobre la Historia americana...
Epopeya que hizo romper sus lazos con una United Artists que encaró una de las catástrofes comerciales más estrepitosas del cine, al estrenar un horroroso montaje reducido, el cual, en su versión íntegra de más de tres horas (la mejor, claro) se alza como un ejercicio audaz y virtuoso...puede que uno de los últimos grandes ¨westerns¨.


Ejecutor Ejecutor 15-10-2022
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Si tienes que vengarte de la gente más peligrosa que existe ser amigo de Arnold Schwarzenegger es lo mejor que te podría pasar.
Nadie más capaz para hacer pedazos a los malos con toda la elegancia e ingenio que se requiere.

Pero tal vez este sea uno de esos trabajos que no se recuerdan como debieran; los fans acérrimos del austríaco sí, desde luego, pero no tanto a nivel general. El caso es que se encontraba en un buen momento de su carrera, habiendo saltado a la palestra de los mayores héroes de acción gracias a esa barbaridad tan ilógica como divertida y que tantos buenos ratos dio a nuestros padres llamada ¨Commando¨; sujeto a un contrato con el insoportable Dino de Laurentiis, decidió protagonizar este proyecto de dudosa clase para romper su sociedad.
Su origen era aún más extraño (una historia escrita por los conocidos guionistas Luciano Vincenzoni y Sergio Donati), pero son curiosos los giros del destino: el productor pretendía aprovecharse de la fama de la estrella y facturar un éxito de consumo rápido para poder seguir financiando una película que le estaba dando fuertes dolores de cabeza, la futura ¨Desafío Total¨, cuyo papel perseguía con ansias el anterior y siempre encontrándose con el rechazo del italiano...a quien la jugada le salió mal, pues esta ¨Ejecutor¨ no fue su soñado taquillazo, entrando la compañía en quiebra (lo que más tuvo que fastidiar a Laurentiis es que aquél terminase encarnando a Douglas Quaid...).

Retrocediendo cuatro años, aquí tenemos a un Schwarzenegger que ya ha asumido su papel de peso pesado de la acción palomitera, y así lo veremos en la presentación de su personaje Mark, un sheriff adusto e implacable que se dedica a cazar a los delincuentes por los agrestes terrenos a ritmo de ¨country pop¨ (una secuencia absurda como pocas en el género más próxima a las persecuciones de los films de Russ Meyer), un sheriff que por otra parte lidia con problemas como cualquier otro ser humano (si en ¨Commando¨ le veíamos de padre cariñoso aquí aparecerá de agente federal fracasado y marido torturado).
Este acercamiento al desarrollo dramático de su álter-ego y la historia que precedía a los créditos, dispuesta en el mundillo de la mafia y la corrupción social, define el tono de ¨Ejecutor¨ y le distancia así del anterior film del austríaco; donde antes sobresalían la acción desenfrenada y las dosis de humor intencionado como motor de la trama, aquí lo hacen el deseo de venganza y las intrigas policíacas al estilo de los 70 (de hecho Mark pregunta a su antiguo jefe Shannon si cree que es Harry, ¨el Sucio¨, cuando éste le pida acabar con un clan mafioso por la muerte de su hijo durante un trabajo de protección de testigos).

Es decir, que el buen hombre haga pedazos a una de las familias mafiosas más poderosas de la nación, y lo acepta sin preguntarse demasiado por las consecuencias; cosa lógica, teniendo en cuenta la esposa alcohólica y chiflada que ha de soportar (Blanche Baker, a quien odiamos nada más aparecer). Tras descolgarse con una extraña tragicomedia para románticos como ¨El Diario de las Tortugas¨, John Irvin regresa a su género habitual y se muestra efectivo en el manejo de la acción y en el juego de identidades del protagonista, mientras modela un mundo gangsteril áspero y brutal, realmente más cerca de los ¨thrillers¨ de los 70 al estilo de Winner o Fleischer.
Pero de repente las dosis de violencia y las implicaciones dramáticas se dan de bruces con instantes que vuelven al absurdo de ¨Commando¨, pues Schwarzenegger abandona a veces el tono serio para resolver los problemas como hacía el anterior John Matrix, contagiando al film ese gusto por el delirio palomitero (esto sí es de los 80), las demenciales secuencias de acción y las incoherencias con respecto a ciertas situaciones (el intento de asesinato de Mark...¿en mitad de una tienda de ropa a la vista de todo el mundo?) y las inútiles decisiones que toman los personajes.

En especial el desequilibrado Patrovita, que Sam Wanamaker disfruta interpretando como una niña con zapatos nuevos, y unos policías que siguen al protagonista y al final sólo dan vueltas aquí y allá sin un peso real, lo que le sucede de una forma similar a la poco inspirada Kathryn Harrold, quien debería tener más protagonismo y no desaparecer así como así de la historia (donde por cierto es bastante desaprovechada la idea del múltiple aviso de bomba falso); pero cuando ésta se desboca es durante su recta final, tan previsible y deliciosamente ¨kitsch¨ como podíamos esperar.
Es preciso olvidarse de todo, poner las neuronas a reposar y contagiarse del espíritu desenfadado, colorido y demencial de los 80, sólo así el espectador podrá disfrutar de una estampa tan propia de la década como es ver al amigo Arnold al volante de ese Buick Riviera blanco masacrando a los gángsters a golpe de metralleta con la mano derecha mientras conduce con la izquierda, y todo ello a ritmo del ¨I cant Get no Satisfaction¨ (¡que él mismo había puesto previamente en el radio cassette!...para sentirse inspirado suponemos). Era la época de ¨Corrupción en Miami¨ y esto no se siente estúpido, sino ¨cool¨ a todos los niveles, qué demonios.

En realidad lo que destaca aquí es la presencia de Robert Davi, maestro de ceremonias de la intriga y no tan considerado como se debiera. En otras cuentas, ¨Ejecutor¨ funcionó relativamente bien, pero no pudo ni puede quitarse ese hedor a producto de encargo hecho para explotar el carisma de la estrella de turno.
Entre dos obras más queridas por los fans y de mayor recaudación (¨Commando¨ y la posterior ¨Depredador¨), la que nos ocupa queda en tierra de nadie, esperando a ser aceptada algún día como el simple, efectivo y entretenido ¨thriller¨ de acción que es...


Persecución Mortal Persecución Mortal 15-10-2022
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En el cuerpo de policía todo es valor, honestidad y, ante todo, lealtad, ¿pero qué ocurre cuando esos principios sagrados son traicionados, violados? ¿En quién podrías confiar si aquél al que tú crees culpable es defendido por todos en tu contra?
Es la corrupción. Siempre la corrupción...y es hereditaria.

Si hubiera que escoger a una estrella de la acción de aquellos buenos años donde aún se hacía buen cine de acción (auténtico, y no como el de ahora), con permiso de Schwarzenegger, yo no elegiría ni a Seagal, ni a Van Damme, ni a Snipes. Sería Bruce Willis, por supuesto. Desde su ascenso a la gloria en ¨Jungla de Cristal¨, el actor vivía una etapa realmente fructífera y frenética, y tras probar suerte en la comedia con aquella genial ¨La Muerte os sienta tan Bien¨, volvería al cine de acción donde tan cómodo se sentía...pero lo que ignoraba es que iba a verse envuelto en una producción infernal.
El libreto, escrito al alimón por el autor y productor Marty Kaplan y Rowdy Herrington, director venido a menos del que sólo se le recordaba por ¨Road House¨, no fue del agrado de Willis, quien modificó algunas partes además de ir paseando su ego por el plató con muy poca consideración. Los tests de audiencia del film resultante sufrieron tal fracaso que hubo que modificar casi por completo el guión y volver a reunir al equipo para rodar nuevas escenas, todo bajo la pésima gestión de Columbia Pictures y el descontento de Herrington.

De ahí que muchos de estos problemas durante la producción sirvan para explicar los fallos de ¨Persecución Mortal¨, que primero iba a ser un drama y terminó en un ¨thriller¨ de acción más al uso, el cual arranca con una doble sucesión de acontecimientos, separados por grandes elipsis temporales pero conectados en el tiempo (qué táctica tan tramposa...). El primero se refiere a la secuencia de apertura: un asesino sádico que estrangula mujeres y que aún no ha sido atrapado. El segundo inicia la parte más importante e interesante: la situación que vive Tom Hardy, un agente de tradición familiar policíaca acorralado por el desprecio y las miradas de todos tras testificar en contra de su compañero y primo Jimmy.
A lo largo de este tramo, el más poderoso de toda la película, Herrington se revela como un cineasta capaz para filmar acción intensa y vibrante, desatando la aventura en esa persecución en la mejor tradición del género (las sombras de ¨Bullitt¨ y ¨The French Connection¨ están ahí) tras la cual un individuo misterioso acaba con la vida del padre de Hardy. Antes de otro salto en el tiempo Jimmy se arroja al río desde un puente, y como si de una terapia de expiación se tratase, veremos a Hardy trabajando a lo largo y ancho de esas aguas como patrullero de rescate mientras sólo es capaz de ahogar sus penas en el alcohol y la culpa.

El empeño que ponen Kaplan y Herrington para con el guión es notable, sin embargo todo el asunto de los problemas familiares en el seno de la policía seguidos de una más que evidente sospecha de corrupción, que escoraban la historia hacia un drama con ecos de Lumet, debía quedar algo coja para los productores. Por tanto se le adjuntaría toda una (sub)trama con aroma a manido ¨psychothriller¨ de los 80 en la que un criminal que tras años sin actuar regresa a las andadas (pero con métodos distintos), lo que desbanca las teorías de aquellos que mandaron a prisión a un hombre inocente y reafirma las de Hardy, quien tiene en ello un incentivo para seguir indagando sobre la muerte de su padre.
Así, ¨Persecución Mortal¨ querrá equilibrar y prestar la misma atención a estos dos argumentos que logran conectarse y activarse entre ambos...sin saber que uno de ellos (el drama del protagonista por la traición cometida, la culpa soportada y el incansable menosprecio de los suyos) podría sobrevivir perfectamente sin el otro. Entre medias de esta salsa de intrigas, confrontaciones, engaños, odios del pasado que nunca se sofocan, sueños hechos pedazos y terribles enigmas que salen a la luz, la intromisión de un personaje-tipo absolutamente innecesario.

Y es esa compañera que se le une a Hardy en su trabajo y que, más allá de los secretos que pueda albergar su identidad los cuales descubriremos más tarde, no deja de cumplir dos funciones básicas en este tipo de films: la de iniciar una relación amorosa con el protagonista y la de servir de cebo al asesino para usarlo en contra del anterior. Así, su función no pasará de ser (aunque el guión nos quiera hacer creer otra cosa) una pura formalidad. Herrington, como ya se ha dicho, sabe manejar con habilidad y sin alardes espectaculares el suspense y sobre todo la acción, brindándonos algunas secuencias de persecución intensas.
Willis, por su parte, se desenvuelve bien y sin mucho esfuerzo en la piel de ese (anti-)héroe acabado pero honrado dispuesto a limpiar su nombre que mezcla a su Hallenbeck de ¨El Último Boy Scout¨ con el Serpico del clásico de Lumet, siendo secundado por grandes actores como John Mahoney, Dennis Farina, Tom Sizemore y un Brion James detestable que está ahí para gritar al protagonista y poco más. Sí, la película tiene la desgracia de verse lastrada por sus irregularidades y malas decisiones en su guión, aunque la peor fue incluir en el reparto a una insulsa y repelente Sarah Jessica Parker previa al estrellato con ¨Sexo en New York¨, cuando salta a la vista que actrices como Jennifer Jason Leigh, Laura Dern, Patricia Arquette o Jeanne Tripplehorn habrían sido una mejor opción.

¿De quién fue idea?, eso me gustaría saber. Como quizás muchos pronosticaban ¨Persecución Mortal¨ terminó estrellándose en taquilla y siendo el blanco de crueles opiniones por parte de la crítica.
Es cierto, no pasará a la Historia dentro del ¨thriller¨ de acción ni de la carrera de Bruce Willis, pero nadie le quita el que sea realmente entretenida e interesante.


La Calle de la Vergüenza La Calle de la Vergüenza 15-10-2022
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El negro manto de la noche lo cubre todo. Se encienden las luces de los distintos locales; pronto la calle se verá viciada con el olor a alcohol y sexo.
Pues ya es hora de que los respetables hombres de negocios, los fieles esposos y los padres de familia salgan a divertirse. Esa hora en que las mujeres deben salir y vender la carne...

A mediados de los 50, Kenji Mizoguchi, cuya carrera se extiende a lo largo de treinta años con más de sesenta títulos, logró el éxito internacional gracias a ¨Vida de Oharu, mujer Galante¨, que triunfaría en el Festival de Venecia, seguida después de la gran acogida de ¨Cuentos de la Luna Pálida¨. El director, con 55 años, por fin es reconocido fuera de su país y considerado entre los maestros del cine mundial; en esta última etapa continúa su búsqueda de la perfección estética al tiempo que apuesta por el uso del color en las históricas ¨El Héroe Sacrílego¨ y ¨La Emperatriz Yang Kwei-Fei¨.
El esplendor que otorga la belleza plástica de los colores en ambas producciones las sitúan como cimas del arte cinematográfico para la crítica internacional, pero no para el director, quien temiendo ser considerado un formalista pretende abandonar tal etiqueta rodando la adaptación de ¨Osaka Monogatari¨, otra novela del gran autor Ihara Saikaku (y que acabará llevando al cine Kozaburo Yoshimura debido a su prematura muerte). Pero antes de embarcarse en tal proyecto, desea volver a reflejar la realidad del momento recurriendo al tema que le lleva obsesionando desde el inicio de su carrera y convertido en sello de identidad de la misma: la prostitución.

Por lo que, junto a Masashige Narusawa y su guionista Yoshikata Yoda, decide adaptar otra obra literaria, ¨Susaki no Onna¨, escrita por Yoshiko Shibaki, y que se convertirá por azar del destino en el epítome de este tipo de cine tan vinculado a él. ¨La Calle de la Vergüenza¨ se inicia con la panorámica (como hacía ¨Mujeres de la Noche¨) de la inmensa Tokyo para rápidamente sumergirnos en las entrañas de la ciudad y en el escenario central de la historia, un burdel llamado ¨El País de los Sueños¨ donde iremos conociendo a todos los personajes y su punto de vista frente a la situación social actual.
Situación que se condena enfrentando la nostalgia por la tradición (¨antes las mujeres parecían esposas de príncipes o gobernadores¨) con las mutaciones de un país reducido a cenizas en la guerra y maltratado por la posguerra, bajo la influencia norteamericana, o haciendo hincapié en el empeño de los políticos por prohibir la profesión; entorno social hostil del que no tarda en señalarse su hipocresía con una ironía ácida, pues aunque de día se desprecie a las mujeres para salvar las apariencias luego se las visita de noche en el burdel.

Y el burdel es la fortaleza que ellas eligen contra el mundo del dinero, agente de la opresión, y sobre todo de los hombres, de nuevo presentados por el cineasta como responsables directos de las miserias y la decadencia de la mujer. Esto queda bien reflejado en las cinco protagonistas (al contrario de ¨La Mujer Crucificada¨ Mizoguchi en absoluto se va a centrar en la dueña del lupanar, una esclavista más), quienes, como en el cine de Renoir, cada una tiene sus razones para ser como es, pero también portando en sí el sufrimiento que las ha conducido a ese estado: Hanae, que debe sacrificarse por su bebé y un marido sin trabajo y cobarde que prefiere perder la vida a enfrentarse a ella; Mickey, que huye de su hogar rechazando la hipocresía burguesa por la que aboga su padre, infiel y preocupado sólo del honor familiar; Yasumi, que se vende para pagar el aval de su padre, encerrado en la cárcel, y procurarse un futuro; Yumeko, que hace lo posible para asegurarle una buena vida a su hijo, quien la rechaza e insulta sin compasión al descubrir su oficio.
Todas ellas féminas que, de algún modo u otro, ya han aparecido en anteriores obras del director, y para las que los sueños son imposibles en una sociedad hecha por y para los hombres; incluso se priva de esperanza a Yorie, la única que se atreve a huir para luego volver a ese universo cerrado que es el prostíbulo, lugar donde en cierto sentido las mujeres reinan sobre el mundo masculino (la muchacha, que rechaza al padre y luego lo trata como un cliente; la avara, que se burla del hombre que se ha vuelto loco por ella).

Mizoguchi subraya la fuerza ejemplar que éstas poseen, tanto por su profunda sinceridad como por su cinismo lúcido. También las retrata con dureza, convirtiéndolas en pobres víctimas a la vez que en frías manipuladoras por necesidad, y repara en la violencia interior (cuando se pelean entre ellas) y en la exterior (representada en los clientes, que son mentirosos, groseros, borrachos y brutales). Pero sobre todo se pretende defender, frente a la ignominia de los hombres, la gran dignidad de la prostituta, que interpreta la comedia del sexo y el dinero porque ha comprendido que ese oficio es omnipresente en la sociedad.
Una sociedad mucho más repulsiva e infernal que el burdel (se rechaza a la madre hasta que enloquece, se roba al patrón por pasión sexual, se explota a la esposa como criada, se expulsa del hogar a pesar de tener un bebé y un marido enfermo...). Al principio y al final, un político amigo de la dueña insiste a las chicas en cómo ellos las protegen y cuidan de sus intereses, cuando en realidad éstas son las únicas en hacerlo, siendo Yasumi el ejemplo perfecto (¨si no actúas como ella nunca serás capaz de salir de aquí¨, dicen).

El japonés excluye todo discurso moralizador y se limita a mostrar los comportamientos, recurriendo con ello a una puesta en escena casi teatral durante la mayor parte del film (al igual que en ¨La Mujer Crucificada¨), un teatro de sombras humanas escondidas, bien en la oscuridad, que resalta el blanco y negro de la fotografía de Kazuo Miyagawa, o bajo máscaras (los maquillajes, las apariencias son necesarios en la explotación recíproca) para ocultar la verdad, encerrando a sus personajes en espacios reducidos, claustrofóbicos.

Un clima ciertamente asfixiante cuya tensión y desesperación irán en aumento hasta alcanzar su cenit en un impactante y desgarrador clímax. Las actrices, habituales del director y lo más destacado del plantel, demuestran gran talento y vitalidad y logran transmitir todas y cada una de las emociones que sus complejos personajes requieren, desde esas hipnóticas Machiko Kyo y Ayako Wakao hasta las más conmovedoras Michiyo Kogure, Hiroko Machida y Aiko Mimasu. El cine hace el resto, el cine capta la realidad en este guiñol trágico donde al final una chica asustada nos hace señas para que nos reunamos con ella en el burdel.
Así, la ¨comedia del sexo y el dinero¨ nunca termina, y aunque una mujer se vaya, otra vendrá a ocupar su lugar. El destino quiso que el último plano de la última obra de Mizoguchi (la primera que tuve el placer de descubrir, irónicamente) fuese esta desoladora secuencia donde una joven maquillada como mujer se oculte al mostrarse (o se muestre ocultándose...), resumiendo así la carrera del cineasta, quien aquí recupera lo que siempre le había fascinado en el neorrealismo: obtener la parte documental mediante la ficción a fin de mostrar lo verdadero. Y en ese sentido la película es un auténtico triunfo.

En Agosto de 1.956, a sus 58 años, el maestro, aquejado de leucemia, se despide tristemente para siempre desde la calle, su lugar predilecto, el único en el que ha logrado depurar su arte hasta convertirlo en el espejo de lo que constituye la realidad del ser humano.
La realidad del presente, que no puede resistirse al paso del tiempo debido a las leyes sociales, la de la omnipresencia del dinero, la violencia y el vicio, la del deseo de otros y del deseo propio, la de la fatalidad de la existencia frente a los amargos reveses del destino y la de la lamentable necesidad de disfrazarse de ilusiones.


Marcado por el Odio Marcado por el Odio 14-10-2022
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No todos los campeones nacen como campeones. A veces se ven obligados a emerger de las cloacas, limpiarse el fango, sacudirse el polvo, algo de sangre ajena y propia y mirar con determinación el presente y el futuro.
Así es como lo hizo Thomas Rocco Barbella.

Nacido a finales de los años 10 del siglo pasado, el tipo que luego se apodaría Rocky Graziano creció en territorio neoyorkino pero en el seno de una familia de inmigrantes italianos; además, el barrio en el que se cría es especialmente conflictivo debido a la pobreza y a las dificultades de adaptación a la sociedad anglosajona de sus habitantes, la mayoría de ellos procedentes del viejo continente. Él no es más que uno de esos centenares de jóvenes buscavidas envueltos en una carrera delictiva que no les lleva a ninguna parte; y acostumbrado a la calle, cumple a rajatabla con su código de honor.
Esto es: mantenerse respetuoso con esa familia a la que sin embargo sume en una zozobra constante, leal a sus amigos y compañeros de fatigas y dispuesto a mantener a golpes su bien ganado prestigio. Y si bien su historia real es mucho más rica en sombras que en luces, especialmente una vez llegado su momento de introducirse en el boxeo profesional en cuyos ambientes estuvo al parecer mezclado con los manejos de la mafia, lo cual estuvo a punto de dar por terminada su carrera deportiva, Hollywood decidió ser indulgente con él y convertirle en estrella de un ¨biopic¨ en el que ejemplificar algunos de los matices más recurrentes del ¨sueño americano¨.

Las cosas no salen como quieren los productores pues James Dean, a quien iba destinado el papel, fallece en Septiembre de 1.955, pero un camarada suyo y alumno del mismo Actors Studio llamado Paul Newman, había opositado para encarnar al boxeador y finalmente fue escogido (si bien su parecido físico, más cerca de Sterling Hayden o Victor Mature, era pura coincidencia). El natural de Ohio se enfrenta a una prueba de fuego donde demostrar sus habilidades e intentar encubrir el fiasco de ¨El Cáliz de Plata¨, por suerte le dirige un artesano tan capaz e inteligente como Robert Wise, que rechaza de plano filmar en estudio y decide hacerlo a pie de calle.
Es vital su deseo de lograr un realismo directo y crudo, pues la vida del protagonista así lo demanda; lanzado a la delincuencia y a ser perseguido por la policía, a patear las aceras, es sólo cuestión de tiempo que dé con sus huesos en una cárcel o reformatorio, mientras se le aparece el temible reflejo de un padre, boxeador fracasado que ahoga sus penas en el alcohol y calma su frustración a base de maltratar a sus propios vástagos. Wise nos introduce en este duro mundo y lo pinta cual lienzo con el blanco y negro deprimente que le provee Joseph Ruttenberg, a la vez que saca el mejor partido de los decorados, donde filma secuencias nocturnas, y la dirección artística de Malcolm Brown y el maestro Cedric Gibbons.

Todo ello mientras analiza lo que es la vida íntima del protagonista, en el entorno familiar y amoroso; su lucha desesperada por salir de la pobreza y un entorno social desfavorable viene a demostrar a esas nuevas y perdidas generaciones de los años 50 que era posible dejar atrás la marginación e insertarse en el éxito y en la cómoda vida de las clases medias, aunque deba de chocar con la sed de venganza de esa sociedad que considera que su lugar está en el ejército, donde le meterán en cintura; su madre, a quien da vida una soberbia Eileen Heckart, es el único atisbo de bondad y comprensión que halla.
Tras tener en el ejército algo parecido a ese hogar que dejó atrás en el instante de ser encarcelado, vuelve al duro y corrupto ambiente de las calles en los que otros chavales como él sueñan con ganar la gloria a base de puñetazos; aprenderá también que el boxeo se divide entre su deseo de regeneración y la codicia de agentes, promotores y mafiosos de todo pelaje que pretenden hacer de él una pieza más de su engranaje criminal. Sólo la presencia de un viejo amigo y la perseverancia de esa Norma convertida en su pareja en quien ve reflejada la sombra de la madre ausente le servirán de apoyo.

En manos de un director dotado para la narración concisa y equilibrada entre la pura acción, la intriga y los momentos de melodrama, sin olvidar que ya se inmiscuyó con eficacia en el ambiente pugilístico con ¨Nadie puede Vencerme¨, esta ¨Somebody Up there likes Me¨ se presenta tan ágil y entretenida como desgarradora, y logra atraer desde el primer momento las simpatías del espectador gracias a un personaje que ve los códigos callejeros reflejados en ese brutal deporte, que pelea en la vida real para triunfar ejerciendo la violencia, y que huye de la presión deshonesta y de la ley cuando se ve acorralado para no poner en peligro su prestigio.
De este modo, la lucha de Graziano es una lucha mil veces vista, sí, pero aquí es donde nos beneficiamos del buen oficio de Wise y de la presencia arrolladora de un juvenil Newman, que como alumno aventajado del Actors Studio supo ofrecer toda esa fuerza incontrolable y a punto de estallar que hacía de su encarnación del boxeador totalmente creíble; por otra parte, si bien su papel es el núcleo de toda la acción, otros de tipo secundario contribuyen de manera decisiva a trazar las líneas de esa atmósfera de perdedores que, en la habitual épica romántica de los 50, eran provistos de un punto de ternura y vulnerabilidad...

Destacar en este sentido a la magnífica Pier Angeli en el papel de la sufrida pero leal novia del héroe, y de Sal Mineo, que repite con ciertos matices esa figura trágica e incomprendida que tan buen resultado arrojara en su John de ¨Rebelde sin Causa¨.
Alternándose entornos conocidos del universo del boxeo con otros procedentes del melodrama carcelario y una introspección de personajes dura y cercana, ¨Somebody Up there likes Me¨ conserva su fuerza, discurso y poder visual y dramático intactos. El trampolín para Newman y bien merecedora de esos dos premios Oscar.


El Gran Carnaval El Gran Carnaval 14-10-2022
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En muchos aspectos una nueva etapa va a iniciarse en el cine de Billy Wilder; después de rasgar hasta los hígados del propio Hollywood con su demoledora ¨Sunset Boulevard¨, que irónicamente ha sido una sensación en la ceremonia de los Oscar...

Aquél se separa de su magnífico colaborador Charles Brackett y va a prepararse para ejercer de productor además de guionista, dado que el tremendo éxito de su anterior obra le dio la suficiente confianza como para exigir un control creativo total sobre la producción...pero ésta va a estar plagada de problemas, y desde el principio, desde que Victor Desny confecciona una historia basada en la tragedia de William F. Collins, explorador que en 1.925 quedara atrapado en la cueva de Sand Cave y el incidente se convirtiera en uno de los fenómenos periodísticos más grandes de todos los tiempos al convertirse su rescate, por desgracia fallido, en todo un circo.
Un ejemplo más acerca de la falta de dignidad de los medios de comunicación que aseguraron al director el pilar para la recreación de aquellos hechos, un borrador adquirido sin permiso y que le costaría una demanda judicial; en un acuerdo con Warner los de Paramount consiguen a Kirk Douglas, quien da vida a Charles, reportero distinguido por su carácter agresivo y afición al alcohol. Wilder se esfuerza por perfilar a este personaje desde su violento cinismo y cada línea de diálogo, palabra o gesto que profiere lo corrobora, y sobresale nada más llegar a la nueva oficina de Alburquerque donde termina trabajando después de perder su empleo original en New York.

Pero atento a cuanto le rodea y a la posibilidad de hallar una noticia de alcance nacional que reverdezca sus viejos laureles profesionales, cree haber encontrado su salvación cuando en el transcurso de un reportaje de rutina sobre ciertas costumbres locales descubre que un tipo, Leo Minosa, ha quedado atrapado en una vieja mina, y aquí es donde el director se levanta feroz en su descarnada crítica al negocio del periodismo sensacionalista, haciendo de ¨Ace in the Hole¨ el vehículo perfecto con el que denostar desde la razón y la indignación a esa modalidad de supuestos informadores y a la bienpensante sociedad.
Sociedad íntimamente confundida por astutos charlatanes habituados a enardecer los instintos más primarios y encantada de figurar como colaborador necesario y pasivo de las trampas de sus protagonistas, a cuya cabeza se sitúa Charles, paradigma del manipulador y trasunto de William Miller, quien cubrió el rescate de Collins (como él, también aspira a ganar el Pulitzer). Pero éste no acapara la exclusividad de la maldad humana expresada con malicia por Wilder, pues para él esta es la visión de un mundo del periodismo que, lejos de informar remitiéndose a la crudeza desnuda de los hechos, los retuerce y falsea a su antojo.

Y con el propósito de generar una expectativa basada en el morbo y traducida simplemente en el beneficio económico de quienes participan en el progreso, en este caso, tal como los muestra el guión, son el entusiasta y en principio idealista compañero de viaje (Herbie) y la esposa lujuriosa de Minosa (Lorraine), ¨femme fatale¨ que cambia su decisión de abandonarle a él y a sus pobres negocios por una más que complaciente recogida de beneficios constantes.
Sin olvidar por supuesto a ese representante local de la ley y el orden (Kretzer), más interesado en su permanencia en el cargo que en salvar la vida de uno de sus conciudadanos, y pasando por una pléyade de individuos más o menos respetables que obtienen un lucro directo o indirecto al convertirse su pequeño pueblo en el foco de interés de todo el país, pues en pocos días lo que hubiese sido una misión casi rutinaria de salvamento se ha transformado en un gran espectáculo de masas que hace a la película estar ordenada de manera gradual, como si el guión emulara las fases de creación y crecimiento casi ilimitado de la gran bola de nieve informativa.

Así, mientras a lo largo del metraje nos preguntamos perplejos hasta dónde puede llegar la perfidia de todo este asunto, sólo nos resta abandonarnos a la crudeza de un señor director que se regocija en la amoralidad del más alto orden, pues los personajes implicados que contemplamos ejercen la maldad, se nutren de ella, como monstruos indignos, despojados de toda ética, y al final nadie en absoluto puede apelar al beneficio de la redención, proyectando la sombra enfermiza de una sociedad ávida de emociones fuertes, tan hipócrita, silenciosa y manipulable como peligrosa, y que de manera sistemática ignoran el sufrimiento de aquellos que les son más cercanos.
Unos y otros pueden ser responsables en última instancia de la muerte de un pobre tipo cuyo único error consiste en encontrarse con su destino en un momento equivocado. Este es el entorno de mohosas esquinas donde hemos de aparcar nuestras sensibilidades; interiores asfixiantes de oscuridad total (destacando esa caverna cada vez más privada de oxígeno) y exteriores áridos en cuya tierra se derrama el nihilismo en forma de pegajosos efluvios sudorosos, ambientes que Wilder compone gracias a la inestimable ayuda de los genios Charles Lang (a la fotografía) y Earl Hedrick (a la dirección artística).

Si bien esta es una obra donde todas las virtudes técnicas son necesarias para sumergirnos en sus registros visuales y sonoros, de gran carga emocional (pero emociones viscerales y truculentas que ponen a prueba la fuerza de nuestra mente y espíritu). Nada de esto impidió su fracaso de taquilla en la época...
¨Ace in the Hole¨ fue un audaz aldabonazo en la conciencia de una sociedad que acepta como algo natural la perversión de los más elementales rasgos de humanidad, y resiste el paso del tiempo sin perder un ápice de fuerza y cinismo...pues muchos paralelismos para nuestra desgracia podemos extraer respecto de nuestra sociedad actual. Todo sigue siendo una gran mentira, parte sustancial de un espectáculo que no por repugnante resulta menos atractivo.


Vacaciones en Roma Vacaciones en Roma 14-10-2022
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El romanticismo más inocente, la posibilidad de identificarse con unos personajes de verdadero ensueño, la magia del cine en todo su esplendor, todos esos elementos están presentes en ¨Vacaciones en Roma¨, una de las grandes obras maestras del Hollywood de los años 50.

Una película dirigida por un William Wyler que venía de hacer el gran melodrama ¨Carrie¨ y que a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno mantiene intacta su capacidad de convocatoria ante un público que vuelve, una y otra vez, sobre los pasos de esa inocente pareja para compartir con ellos un día irrepetible cuyo desenfado contribuye, tanto o más que sus legendarios protagonistas, a ensanchar el mito. Para empezar en esta historia, escrita por John Dighton y el todoterreno Dalton Trumbo bajo uno de los muchos alias que utilizara durante la Caza de Brujas, nada mejor que un buen escenario.
Un escenario dotado de una imperecedera aureola de misterio como es la ciudad de Roma en aquel tiempo en que Europa empezaba a sacudirse los grises recuerdos de una guerra cercana para entrar poco a poco en una era de prosperidad y esperanza en la cual no había nada mejor que ser joven, como son el atractivo corresponsal y la angelical princesa. La confluencia de estos elementos son la base sobre la que se sustenta este film a medio camino entre la comedia sentimental y el recorrido turístico por la vieja y fascinante Europa.

Como corresponde a una historia que aspira a ser un cuento de hadas en clave contemporánea, ¨Vacaciones en Roma¨ parte de la sencillez de su premisa, que no es otra que el capricho del destino que hace que Ann, la princesa de un indeterminado país europeo de visita oficial en Roma, escape del control de su séquito impulsada por su deseo pueril de conocer la ciudad, lo que la hará cruzarse en el camino de Joe Bradley, quien se pone en contacto con un amigo que se encargará de fotografiar a ambos en sus idas y venidas; Ann, nada preparada para enfrentarse al natural cinismo de la profesión periodística, accede a pasar un día con su anfitrión.
Lo que sigue es el relato de unas horas en las que la improvisada pareja parece olvidarse de todo cuanto les rodea para divertirse con las pequeñas y grandes aventuras que les depara una ciudad repleta de personas y parajes memorables; a corta distancia, como parte de ese encuentro afortunado, el amigo capta y documenta con su cámara los momentos más felices y la despreocupada alegría que a cada instante se dibuja en el adolescente rostro de la princesa, pero el paso del tiempo y la cercanía hace que entre ésta y Bradley surja un sentimiento inesperado que ninguno quiere reconocer: un amor inocente y fresco para el cual no estaban preparados.

No obstante, el suyo es un idilio condenado a finalizar casi en el momento de haberse iniciado, pues Ann debe regresar a palacio para cumplir sus obligaciones oficiales; forzado entonces a elegir entre su plan inicial de extraer un beneficio de su encuentro con ella y la ternura que le inspira, más aún después del beso que ha marcado su despedida, el antes cínico periodista, a quien como un cómplice fiel acompaña su amigo el fotógrafo, deja que sea el amor el que se imponga, renunciando así al dinero pero ganando el recuerdo imperecedero de unas horas y unos momentos que permanecerán para siempre en su memoria (y en la nuestra).
Para abundar en el realismo, la película fue una de las primeras producidas desde las entrañas del ¨star system¨ donde casi la totalidad del rodaje tuvo lugar en escenarios reales y no en decorados, algo que no sucedía fuera del entorno del cine americano más independiente o de los duros dramas de contenido social que caracterizaron al neorrealismo surgido a partir de ¨Ladrón de Bicicletas¨; dejando atrás todo ese cúmulo de desgracias y angustias cotidianas, la cámara parece haberse despojado de cualquier asomo de tristeza para seguir a los personajes a lo largo de una ciudad que destila vigor y alegría, y con la vitalidad propia del mejor Hollywood hasta lograr Wyler el hacer de la ciudad un tercer protagonista.

Concebida como una variante de ¨La Bella y la Bestia¨ (bestia un tanto metafórica al estar interpretada por un actor de la presencia y el encanto de Gregory Peck, a quien cuesta recordar un papel de villano), esta obra elabora todo un imaginario al que contribuyen en igual medida los trajes de Dior, las vistas de la Piazza della Rotonda, los paseos en la entrañable y mítica vespa y los helados de cucurucho, siendo esta mezcolanza de lo cotidiano con lo sofisticado y lo inocente lo que hace aún más cercanos y ensoñadores a los personajes y sus vivencias, sin olvidarse uno de la música de Georges Auric y Victor Young y el trabajo de fotografía de Franz Planer y Henri Alekan.
Protagonizada por el gran Gregory Peck, después de que Cary Grant hubiera rechazado la oferta para el papel, y unos buenos Hartley Power, Harcourt Williams y Margaret Rawlings, ¨Vacaciones en Roma¨ marcó sobre todo el lanzamiento internacional de la preciosa actriz Audrey Hepburn cuyo físico menudo y delicado nada tenía que ver con el estándar de belleza femenino de la época (según Wyler, él encontró en la joven a la perfecta anti-Lollobrigida), y que apenas cumplidos los 20 años supo encarnar como nadie las virtudes casi adolescentes que adornaban al personaje de la princesa.

Aun siendo una producción modesta el film entró con buen pie en taquilla, donde se convertiría en éxito inmediato allí donde tenía lugar su estreno, como en las nominaciones de los Oscar de 1.953, en cuya ceremonia se alzaría con tres premios de los siete a los que era candidato.
Lógicamente, Hepburn fue la gran triunfadora de la noche por ese papel que ya prefiguraba a la protagonista de ¨Desayuno con Diamantes¨. No es difícil de reconocer; la princesa Ann no sólo enamoró a aquel corresponsal que tuvo la suerte de besarla...nos enamoró a todos.


El Demonio de las Armas El Demonio de las Armas 14-10-2022
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Un hombre y una mujer se abrazan tras cometer un atraco. Para él, la locura homicida de su amante está a punto de poner fin a su huida y a su propia existencia.
Ella rechaza con furia ese abrazo que en realidad es una señal de alarma para emprender lo que de todas formas sería un intento fallido de fuga...

Para ella las balas que silban alrededor de su cabeza son el cenit de su carrera delictiva y la apoteosis de una relación erótica a tres bandas en donde las armas de fuego adquieren una importancia muy superior a la de su amante; se escenifica así un último gesto de rebeldía congelado en la memoria de miles de aficionados al cine negro en ese plano glorioso y trágico que anuncia la muerte y el ascenso a la leyenda de los forajidos creados por la gran pantalla. A partir de ese momento de estruendo y de gloria la bienpensada industria americana se verá obligada a ir un poco más allá en su retrato de la violencia y los criminales.
El germen de esta película mítica que sin duda elevó de categoría el ¨noir¨ de serie ¨B¨ donde aparecen verdaderas joyas, fue una historia publicada a finales de los 40 en la conservadora y prestigiosa Saturday Evening Post por MacKinlay Cantor, redactor desprovisto de la suerte necesaria para convertirse en autor de renombre; ¨Gun Crazy¨ ofrecía a sus lectores el morbo y la necesaria dosis de sana indignación moral, siendo su figura central una joven que daba rienda suelta a sus dos pasiones vitales, el sexo y las armas, para acabar abatida (cómo no) por las balas de la justicia.

La historia en sí no habría pasado de un simple divertimento para los lectores amantes de la ley y el orden (de esos que se congratulan con la sociedad y consigo mismos observando cómodamente el auge y declive de todo tipo de forajidos) de no haber sido por el instinto narrativo de Dalton Trumbo, uno de los tristemente célebres ¨Diez de la Lista Negra de Hollywood¨ que aún mantenía intactos, pese a haberse convertido en un fuera de la ley, su talento de escritor y sus contactos con el sector izquierdista menos asustado de la industria.
Y uno de esos contactos resultó ser Joseph H. Lewis, genio del bajo presupuesto (y responsable de títulos a recordar como ¨Mi Nombre es Julia Ross¨ o ¨Relato Criminal¨), y ¨Gun Crazy¨ su proyecto más ambicioso. Para convertir en guión la crónica de las andanzas de esa chica indómita llamada Annie Starr, Trumbo aumentó los matices de su personalidad transformándola en estrella de circo que emula a las glorias del viejo Oeste a golpe de certeros disparos. Sin embargo su pulsión más íntima es la de la acción por la acción, tal vez una forma como otra cualquiera de superar un aburrimiento existencial, que parece llegar a su fin cuando la casualidad cruza en su camino a Bart, quien desde niño también ha sentido fascinación por las armas.

Alguien con las ideas más claras, que sabe a ciencia cierta que su lugar en el mundo siempre va a depender de cuanto dinero lleve en los bolsillos; pero su tragedia personal no es tanto su obsesión por disparar como su imperiosa necesidad de demostrar que existe. Esa íntima desazón unida al atractivo físico que siente hacia la figura ambiguamente erótica de Annie, será lo que acabe por sellar el destino de ambos...y es que el destino y la fuerza centrífuga de esta pareja incapaz de medir el alcance de sus acciones se alzarán como factores determinantes de una tragedia no exenta de lirismo.
Con su habitual destreza de artesano tras la cámara, Lewis captura la psicología más oscura de unos personajes de los que jamás se separa, empezando por la introspección de la infancia de Bart (que se comprende de imágenes bastante duras), y prosigue una narración precisa llena de vitalidad y no poco atisbo de innovación en aquellos lejanos 50 (la magnífica secuencia del robo desde el interior del coche rodada en una toma). Como de costumbre en los más reconocibles parámetros del cine negro, es la mujer la que arrastra al hombre a la vida delictiva y a un más que posible final apocalíptico; sí, el director parece manejar arquetipos del género...

Pero la visión de Trumbo los dota de una profundidad mayor, de una abrasiva vigorosidad y desnudez quizás nunca antes vista, y es indudable que Annie despierta un nuevo modelo dentro de la ¨femme fatale¨ del ¨noir¨ (además de influenciar a futuras y rebeldes heroínas dentro del muy masculinizado ¨western¨); la improvisación artística motivada por la falta de un verdadero presupuesto junto con el nervio de Lewis garantiza un torrente de visceralidad en pantalla siguiendo la locura y violencia de estos homólogos de Clyde Barrow y Bonnie Parker de la sociedad de posguerra.
En el camino aprende a captar el desesperado romanticismo de ese tipo de personajes; como en todos los caminos a ciegas y en pos de la nada más absoluta, no existe posibilidad de retorno, se trata de la asunción voluntaria del desastre, del sueño adolescente de esos años 50 que traerían a la juventud norteamericana prosperidad y frustración a partes iguales. Arropada por la buena fotografía en blanco y negro de Russell Harlan y gracias a su imponente y sensual presencia, Peggy Cummins se alza con facilidad por encima de sus compañeros de reparto; aun así cuesta hacer sombra a Berry Kroeger, Anabel Shaw, Trevor Bardette y sobre todo el genial John Dall (sin olvidar también a Mickey Little encarnando al pequeño Bart).

Igual que ocurriera con la narración impresa en que estaba basada, ¨Gun Crazy¨ pasó por los cines sin pena ni gloria en su momento, relegada a ser el típico complemento para programas dobles pese a la riqueza y fuerza visual de sus imágenes antes de su comercialización en Francia, donde no se tardó en elevarla a obra de culto.
Y así queda, como una influencia seminal para el cine de acción y todas las posteriores aventuras protagonizadas por ¨amantes forajidos¨. No quedar atrapado por su poderoso encanto (y por el de Cummins) resulta imposible aún hoy día.


La Vida de Brian La Vida de Brian 14-10-2022
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Un niño nace en Judea, es visitado por los tres Reyes Magos, quienes le ofrecen oro, mirra e incienso, y, según proclaman, se trata del mismísimo hijo de Dios, el elegido...
Y a partir de aquí la confusión, la fatalidad, pues no están en la casa de María ni el bebé es Jesús. Por desgracia.

Con este ¨inocente¨ gesto no sólo nace un niño, sino la comedia más irreverente, controvertida y alegremente trágica del cine, de la mano de los Monty Python. Tras haber pasado mucho tiempo desde el éxito de la económica y delirante sátira medieval ¨The Holy Grail¨, surgió el deseo de volver a hacer temblar los pilares de la Historia a través de una interpretación retorcida de los dogmas del Nuevo Testamento y la religión cristiana; una gran avalancha de ideas donde se dieron cita los argumentos más descabellados llevan al ex-Beatle y fan de los cómicos, George Harrison, a financiar el proyecto a través de su compañía HandMade Films.
Todo ello consiguiendo apoyo de la recién fundada EMI Films, quienes no tenían mucha fe en los muchachos, especialmente el ejecutivo jefe de la compañía, Bernard (las últimas palabras dichas por Eric Idle en el film lo atestiguan). Con un presupuesto mayor que el de ¨Los Caballeros ...¨, un guión sólido y una dirección asumida por Terry Jones, el equipo emigró a Tunisia para un rodaje que duró menos de dos meses, que cualquiera lo diría, aprovechando los fastuosos decorados y cientos de extras que ya habían sido usados en el largometraje ¨Jesús de Nazareth¨, de Zeffirelli, al más puro estilo Corman.

Así, por obra y gracia de Dios, concibieron a su hijo pródigo, y su hazaña bíblica puso al Mundo patas arriba allá por 1.979, siendo prohibida por blasfemia y herejía en innumerables países o catalogado ¨X¨ en todos los cines (aún hoy en día continúa restringido en ciertos países del Norte de Europa, como Noruega o Irlanda). Pero fácil es encariñarse con ese hombrecillo ridículo (Graham Chapman en el papel de su vida), farsa de la figura de Jesucristo, y que tiene tiene unas ideas algo distintas de las suyas (de comunidad colectiva a fuerte individualismo).
Aquéllos, con su negra mordacidad británica, se mofan de todo lo concerniente al catolicismo y sus creencias, al fanatismo sin justificación, los estamentos religiosos, personajes históricos y castigos eternos, en tanto que parodian el ¨peplum¨ y la épica/bíblica ¨hollywoodiense¨ (momento ¨todos somos Espartaco¨ en las cruces) y hacen burla de muchos aspectos de su sociedad, donde se juntan la política (y la incompetencia de los que la ejercen, bien reflejado en el grupo de Reg), el sexismo o el narcisismo, introduciéndolos en los tiempos del Imperio Romano. Sí, los Monty Python iban más allá de los muros de lo permitido desbaratando temas espinosos y solemnes.

Y según argumentaron sobre las bufonadas/blasfemias del film tras llegar las quejas, ¨nunca había que tomarlo en serio¨...aunque todo sea un ataque brutal e inesperado a la religión, convertido en increíble comedia que acumula los momentos más ingeniosos del grupo, desarrollando en poco más de hora y media el periplo existencial del pobre Brian, que de malvivir junto a una desagradable madre se ve perseguido por doquier, ya sea por crueles romanos o por gente que, manipulada como borregos en cuestión de segundos, le considera el Mesías, cuando lo único que desea es encontrar un atisbo de amor y comprensión entre tanta violencia y fanatismo (será una joven enrolada en un grupo revolucionario que actúa a base de palabrería).
Tal como ocurría en ¨Los Caballeros...¨, ¨La Vida de Brian¨ presenta un repertorio de ¨gags¨ imparable, que traslada al espectador de una secuencia delirante a la siguiente, siguiendo a la vez una línea clara en la historia del protagonista, presentada a voz desgañitada por Sonia Jones en un inicio épico y cuya travesía está ocupada por alocados, anacrónicos y distorsionados personajes (ese centurión que no para de amargarle la vida, el hipócrita líder Reg, Poncio Pilatos y su mala pronunciación, el escuadrón suicida del Frente Judaico Popular o la temeraria Judith), haciendo Jones uso de una gran economía de medios, un gran número de extras y logradas secuencias animadas cortesía de Gilliam.

Con todo esto nos regalan un festival de ácidos diálogos, elaborados ¨gags¨ y momentos míticos de su carrera (la lapidación, la pintada en latín, la persecución de Brian por el desierto figurando el exilio y el encuentro con el anciano que ha hecho voto de silencio, ese Pilatos defendiendo el nombre de Pijus Magníficus o la sorprendente parodia de ¨Star Wars¨, uno de esos instantes por los que tanto se definía su humor único y sin comparativos). Y, por supuesto, la espectacular elegía a modo de musical, un inolvidable ¨Always Look on the Bright Side of Life¨ que, en un alarde de optimismo contra el sufrimiento demoledor de la injusticia, comienza el buen Idle...
Y evoluciona hasta un cántico colectivo más poderoso que cualquier Padrenuestro. Dicho momento catártico se convirtió en uno de los más controvertidos de la época, pues los miembros eclesiásticos de las altas esferas vieron una burla sangrante sobre el padecimiento de Jesucristo en la cruz. Los cómicos sin embargo se defendieron con la palabra de que consideraban a Jesús no como un bufón estúpido, sino como alguien que realmente transmitía un mensaje digno noble y unificador...pero que ¨por supuesto también tuvo que ser un tipo con un gran sentido del humor¨.

Puede que haya otras joyas que parodien la Historia, los estragos causados en ella por la crueldad de los imperios y la facilidad de usar la fe para embaucar a la Humanidad (¨Dos Horas menos Cuarto antes de Jesucristo¨, ¨La loca Historia del Mundo¨, la española ¨La Biblia en Pasta¨...), pero nadie logrará arrebatarle el lugar privilegiado que ocupa Brian, allá, sentado a la diestra del Dios padre, quien no hace más que reírse con su trágica pero aún así divertida aventura.


De Hombre a Hombre De Hombre a Hombre 14-10-2022
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Después de que el chico haya terminado de hablar con el, para él, hombre misterioso, éste monta de nuevo en su caballo y parece encaminarse hacia una nada distante e infinita.
El significativo encuadre sostiene en primer plano las dos cruces de las tumbas de manera que el hombre, mientras se aleja, queda en medio de ellas...

Si este hubiese sido el final de la película que nos ocupa desde luego no se podría haber concebido mejor, ni haber plasmado con tanto acierto el título en inglés que se le dio para su distribución en EE.UU. (¨Death Rides a Horse¨). No es el caso, de todas formas, de la original ¨Da Uomo a Uomo¨, que brota de un panorama donde las semillas que ha terminado de plantar Sergio Leone han germinado y se han extendido como quizás jamás pensaba que podría hacerlo; la Trilogía del Dólar ha concluido pero no el ¨spaghetti western¨, que año tras año sigue acumulando veintenas de títulos...
Y si bien la mayoría no merecen ni nombrarse éste sí, al menos como curiosidad histórica. A Giulio Petroni, un señor que venía curtiéndose sobre todo como director de comedias pero con una mirada ingeniosa e interesante, Alfonso Sansone y Henryk Chroscicki le proponen la idea de acercarse a un género donde él cree que podría probar sus habilidades a otro nivel; de este modo se unirá a los alumnos aventajados de Leone, ya que las conexiones con él no pueden ser más fuertes: para la gestación cuenta con la ayuda de su colaborador Luciano Vincenzoni y en el proceso acaban enrolándose su músico Morricone y la mitad del elenco de sus películas.

Pero Petroni demuestra que es capaz de crear momentos de gran fuerza y a partir de ahí hacer uso de su talento sin por ello verse a la sombra de otros; en un entorno de lluvia torrencial donde la furia y la violencia vienen con el sonido de los truenos a lo largo de un prólogo que es lo que impulsará la historia, sangriento, de muerte y maltrato realmente áspero cuyas secuencias nos vapulean sin piedad. Se instala el motivo más viejo del género y el cine: la venganza, y el tipo que va a desatarla es el pobre niño que ha visto morir a su familia a manos de unos demonios vestidos de bandidos.
Un punto de partida y un concepto, el de la búsqueda y el asesinato, nada originales que, debido a la intervención de Lee Van Cleef (aún afectado por sus problemas con el alcohol) viene a cruzarse, y de manera descarada, con la trama de ¨La Muerte tenía un Precio¨; sin embargo la maniobra del guión opta por una inversión de roles, y traspasa a John P. Law (quien aquí saca a relucir su faceta menos carismática y más tediosa) lo que movía al anterior en la obra de Leone. Pero en su papel del ex-convicto Ryan, si bien es verdad que va buscando una compensación económica, también es la venganza su motivación, no es el dinero.

Y su lazo con Bill se averigua más profundo y dramático que la sociedad creada por mera cuestión monetaria con el cazarrecompensas de Eastwood, si bien la relación entre esas dos parejas, casi de padre e hijo, es exactamente la misma; en ella es donde de mejor manera luce el ingenio y la soltura de Vincenzoni para los diálogos, plenos de acidez y una deliciosa socarronería que da pie a impagables conversaciones y duelos discursivos. Este humor hace acto de presencia en instantes donde pareciera que el director, de algún modo, se burla maliciosamente, incluso parodia, el toque negro tan característico del cine de Leone.
Si es verdad esto quedémonos para toda la vida con el duelo en el saloon auspiciado por el dramatismo que le da el pianista a las teclas de su instrumento; más que de Leone es el absurdo del ¨spaghetti¨ en un intento de llegar a la cúspide de su ingenio. Pero en líneas generales el film tiene poco de comedia por la forma en que Petroni imagina y modela el Oeste, también heredado de la visión desmitificadora de Peckinpah y su compatriota, y aunque él fue siempre un seguidor de los clásicos norteamericanos aquí no hay cabida para las epopeyas heroicas ni los grandiosos romances.

Héroes no hay porque han sido enterrados y devorados por el calor y las hormigas y ahora sólo quedan sus calaveras cubiertas por la arena. Este es el Oeste de la barbarie, el cinismo y la fechoría, apesta a mugre y carne podrida, los hombres que luchaban por la unificación y el progreso de la nación en el cine de Ford se convierten en sucios y brutales asesinos; esto ejemplificado en un soberbio Luigi Pistilli cuyo villano es el resorte clave para que ambos protagonistas, siempre actuando separados, se acaben uniendo de cuando en cuando hasta llegar a esa última parte en el poblado mexicano que destila todo el clasicismo del ¨western¨ de primer orden.
Quizás Hawks viene a la mente, también Sturges, pues si Leone optaba por el misterio y la ultraviolencia Petroni se decanta por el espectáculo y la acción, lo cual nos brinda con una fuerza visual y un sentido del movimiento notables (y es que este señor consigue alejarse de las torpezas técnicas de Carnimeo, Vari o Parolini gracias a que más allá del respeto por los ¨zooms¨ su manejo de cámara es preciso y no necesita de piruetas para hacerse notar, su pulso narrativo nos absorbe en los vaivenes del estereotipado argumento y tanto domina la intriga en interiores como el ritmo más frenético en exteriores, sin olvidar algunos planos subjetivos geniales que nos hacen sentir toda la ansiedad y el sufrimiento de los personajes).

En resumidas cuentas hace algo que muchos de sus coetáneos no: capturar lo mejor de la esencia pura y clásica del cine del Oeste y combinarla con su más moderno espíritu revisionario y la rebeldía impuesta por Leone.
Previsible o no y aunque la presencia de Law incordie más que otra cosa, aquí hallamos a un director de mucho talento e ideas muy claras acerca de su visión del Far West y los individuos que lo pueblan, del que hizo gala en otros títulos, pero ya sin igual maestría. Por otra parte podemos gozar de una de las piezas más memorables de Morricone.


Pasajero 57 Pasajero 57 14-10-2022
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Cuando un grupo terrorista encabezado por un psicópata sin escrúpulos asalta el avión donde vas más te vale contar con que esté a bordo alguien capaz de resolver la situación.
Y si no tienes a John McClane, ni a Casey Ryback, ni a John Matrix a mano...¡pues confórmate con John Cutter, el negro al que debes apostar!

Llegan los años 90 y vuelve en todo su esplendor el cine de acción más pirotécnico y palomitero que se pueda imaginar, gracias principalmente a los grandes avances logrados en los efectos especiales; la secuela de ¨Jungla de Cristal¨ (una innecesaria mediocridad en mi opinión la que se sacó Renny Harlin de la manga) inicia gloriosa esta década, donde los grandes desastres, los feroces terroristas y los héroes inmortales inundarán la cartelera. Aumenta la violencia y la oscuridad en algunos aspectos, pero el rastro inocente, disparatado y desenfadado de la década anterior aún perdura.
Uno de los subgéneros más revisitados será el de las posibles catástrofes a bordo de transportes; por ejemplo los peligros a bordo de aviones, que tanta popularidad tuvieron en los 70, vuelven a tomar su importancia. De este modo veremos títulos imprescindibles para todo aficionado que se precie (bueno, tampoco tan imprescindibles...) como ¨Decisión Crítica¨, ¨Air Force One¨, ¨Turbulence¨, ¨Con Air¨ o la nombrada ¨Jungla de Cristal II¨; en este potaje se cuece ¨Pasajero 57¨, que surge de una idea un tanto disparatada del cineasta Stewart Rafill, con un protagonista del perfil de Clint Eastwood en mente...

Pero como los productores no le permiten escribir lo que quiere deja la historia a otros dos guionistas, Dan Gordon (¨Gotcha!¨) y David Loughery (¨Star Trek V: La Última Frontera¨), la dirección pasa a manos de un actor y director llamado Kevin Hooks, muy asiduo al medio televisivo, y lo que iba a ser un vehículo más para Sylvester Stallone acaba siendo protagonizado por un célebre Wesley Snipes que a partir de entonces se aficionaría mucho a repetir este tipo de roles. Un punto clave de estos films (y que me saca de mis casillas): al protagonista le tienen que reiterar (aquí su patético compañero Delvecchio) que es el mejor en su trabajo.
Así sabemos que nada ni nadie podrá pararle, claro está, cuando le toque el turno de acabar con los malos; sin embargo antes de la presentación de Cutter conocemos al cabecilla de los anteriores, el terrorista Charles Rane, cuya presentación nos sugiere a alguien sádico, inteligente y muy interesante. Y estoy en lo cierto si me atrevo a afirmar que él es el verdadero motor de este previsible y atropellado film de acción, y no el arquetipo de héroe encarnado sosamente por Snipes, a quien, para evitar el exceso de chulería, se le brinda un pasado traumático y doloroso (algo no necesario en los 80).

El caso es que embarcamos junto a este ex-jefe del Servicio Secreto y Rane a Los Angeles, aunque el trayecto cambiará de rumbo rápidamente; si algo hay que agradecer a Hooks es eso, su sentido del ritmo y el tiempo, logrando un producto de rápida degustación que no llega a resultar aburrido. Y eso a pesar de todas las insípidas conversaciones, las malas peleas (Snipes no pelea, los enemigos se esperan y se dejan pegar...), los chistes idiotas metidos con calzador y a destiempo y personajes más bien mediocres, típicos y un tanto detestables (como el compañero de Cutter o esa azafata que pretende hacerse la dura heroína pero nunca llega a conseguirlo).
Incluso a pesar de un desvío en el argumento (tan extraño que parece improvisado) como es el abandono del avión y la trepidante persecución por la feria en una Louisiana cuyos ciudadanos están retratados de un modo atroz y avergonzante (los policías de ¨Acorralado¨ parecen más listos y menos cazurros al lado de éstos). Todo se deja para el gran lucimiento de ese protagonista duro como el acero y erigido salvador de todas las vidas; el triunfo está con él, sí, pero otra vez es Rane quien atrae realmente nuestra atención, personaje en el cual el guión debería centrarse y profundizar más (como sucedía en aquellos films de los años 70, el villano era el protagonista).

El bueno de Snipes toma ejemplo de los otros héroes del género (Schwarzenegger, Seagal, Van Damme, Willis) e intenta poner todo su potencial para resultar medianamente carismático, y hay que decir que no le sale del todo mal la jugada; Bruce Payne, muy acostumbrado a papeles de malo, se lleva los mejores momentos, las mejores frases, y hace de su extraño Rane alguien que sabe inspirar amenaza y temor con sólo articular un gesto. Por otra parte Tom Sizemore, eterno secundario, se quiere hacer el gracioso para caernos bien cuando en otras ocasiones no le hizo falta (¨Salvar al Soldado Ryan¨, ¨Asesinos Natos¨, ¨Amor a Quemarropa¨...).
Destaca también el correcto Brunce Greenwood y una jovencita pero igualmente preciosa Elizabeth Hurley, quien se presenta con una de las conversaciones más estúpidas y menos oportunas que he tenido el disgusto de escuchar, siendo su receptora esa Alex Datcher en un papel increíble (por absurdo), que no transmite absolutamente nada y que desde el primer momento dan ganas de agarrarla por el cuello y meterle la cabeza en una de las turbinas del avión. Desde luego un villano como Rane se merecía un reparto mejor para acompañarle, pero ¨Pasajero 57¨ está lo más lejos de ser un film serio, claro.

Una concisa y efectista película de acción de los 80 realizada en los 90. Sabemos que por último el avión aterrizará bien, el malo lo pasará mal (no os diré cómo, que merece la pena verlo), el héroe se llevará a la chica y para rematar habrá hasta cohetes de fondo, ¿acaso podemos pedirle más a ésto?
Después Snipes y Payne (quienes por cierto no usaron dobles en su enfrentamiento final) regresarían a esto de los aviones y otras aventuras de altos vuelos, y el primero le tomaría el gusto a seguir desempeñándose como estrella de la acción.


Corazón de Hielo Corazón de Hielo 14-10-2022
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Todos tiemblan ante él por muy duros que se pretendan, acaban sucumbiendo ante sus artimañas y sus desmanes sin conciencia.
No se trata de ¨Rocky¨ Sullivan ni de ¨Cody¨ Jarrett, pero al igual que ellos tampoco se anda por las ramas...

En el cine negro o de criminales de los 30, James Cagney es el que quizás mejor supo encarnar la figura del violento gángster (pesar a que Paul Muni creó escuela con su Tony Camonte). Pero Cagney tenía algo especial: su carácter, su presencia imponente, su implacable carisma y su afán por defender las causas justas; todo aquello le valió para ser recordado eternamente en sus roles de ¨El Enemigo Público¨, ¨Ángeles con Caras Sucias¨ o ¨Los Violentos Años 20¨ (aunque interpretara a villanos).
Ya en la siguiente década fue visto en producciones muy versátiles, en muchas colaborando su hermano William, con quien creó su propia firma; sin embargo una explosiva película vuelve a reubicar al actor, ya con 50 años, dentro del género que le dio la fama tiempo atrás: ¨Al Rojo Vivo¨, realizada bajo el auspicio de Warner Bros. por un sensacional veterano, Raoul Walsh. Un éxito en su momento y hoy una de las obras imprescindibles de la ¨crook story¨ clásica...éxito que parece desearon repetir tan solo un año después con la adaptación de ¨Kiss Tomorrow Goodbye¨ de Horace S. McCoy, genio del suspense y el ¨hard-boiled¨.

El seleccionado para volver a convertir a Cagney en duro criminal es Gordon Douglas, humilde y talentoso artesano de longeva carrera, no muy conocido como otros tantos salvo para los auténticos cinéfilos, que contaría en su haber con clásicos de dispares géneros como ¨Río Conchos¨, ¨Sólo el Valiente¨, ¨La Humanidad en Peligro¨ y por encima de todos éste que nos ocupa. Si ¨Al Rojo Vivo¨ se iniciaba con un intenso atraco para más tarde llevarnos a la cárcel, ahora el punto de partida es un juicio donde un expeditivo fiscal señala el espíritu de malnacidos y podridos de los acusados.
Esa voz de la razón que apela al sentimiento de justicia tan inquebrantable para el ciudadano americano, y la de los mencionados acusados, son las responsables de romper la narración hacia un pasado no lejano donde el instigador de todo el caos que aún no conocemos, el principal acusado, sigue vivo. Se llama Ralph Cotter, y como es de esperar posee los rasgos de anteriores personajes de Cagney (un trasunto de Jarrett nada disimulado); aquí ya está en prisión, pero la trama arranca con su huida, frenética y bien calculada por parte de Douglas. Le seguiremos a él y a sus compinches hacia una intriga de diversas bifurcaciones y sorpresas.

El ¨corazón de hielo¨ de la traducción está bien justificado desde el primer momento, pues a Cotter no le tiembla el puso a la hora de deshacerse de su compañero herido y hermano de Holi, la chica que le ayuda a fugarse; nos hallamos ante un gángster iracundo e imprevisible, una suerte de forajido desconfiado y furiosamente individualista capaz de desarrollar excesivas cotas de violencia con tal de conseguir sus fines, incluso si nunca resultan lógicos, y de manipular a todo ser humano que se cruce. Quizás se establece una mayor distancia en comparación con su homólogo Jarrett.
El guión en este caso no desea crear un nexo de empatía para con el espectador, ni con él ni con los demás que le rodean; el guión (y antes el texto de McCoy) describe a conciencia a unos personajes sumergidos en una sociedad tan malograda como ellos, una sociedad injusta, sucia, brutal, hipócrita y corrupta desde todos sus puntos, dejando en la más negra de las bajezas a los clásicos defensores de la ley (el abogado, el policía, incluso el intelectual orador que estafa a sus seguidores). Con la intromisión del inspector Charles Weber la violencia, el chantaje y la traición servirán a Cotter y sus acólitos para unirles en camaradería, todo ello con un objetivo en mente: un atraco muy beneficioso.

Mientras tanto observaremos las artimañas del villano protagonista, monstruo situado en el centro de este desasosegante entorno con el fin de pudrirlo aún más, sobre las dos féminas de la historia: Holi, chica desconfiada y débil que no simboliza sino una propiedad, un mero objeto (como la Verna de ¨Al Rojo Vivo¨), y Margaret, una chiflada escudada en apariencias, hija de un hombre poderoso de la alta sociedad y prendada de Cotter (y viceversa) como resultado de una atracción psicológicamente masoquista. Este personaje, muy estomagante, es uno de los fallos de la narración, no ejecutada con la misma precisión que la de Walsh.
Una narración de desvelos a menudo incoherentes y chocantes, quizás debido a que ese es el carácter de su protagonista. Al final todo se convierte en una típica historia de criminales y atracos en la tradición más pura del ¨noir¨, pero resuelta con solvencia, con una mano hábil como la de Douglas, quien sabe arrastrarnos sin concesiones al fondo de una atmósfera viscosa, cruel e implacable; la guapísima e interesante Barbara Payton se desenvuelve correctamente, al igual que Helena Carter, y Ward Bond (habitual de John Ford) se presenta imponente, a veces incluso más que Cagney, de nuevo en la piel de ese ogro de sombrero y pistola que tan bien le ha sentado desde hace años.

Difícil no temblar ante su presencia, y para demostrar esto sirva de ejemplo la pelea entre Cotter y Mason en el taller, donde el primero hace uso de su más extrema violencia para terminar la cámara filmándole desde el interior de un agujero en un soberbio y aterrador contrapicado (Douglas y su director de fotografía J.P. Marley elevan el supense a un momento de tangible horror).
Pese al carisma de Cagney, el talento del director y un clímax sensacional, fue considerada una pobre copia de ¨Al Rojo Vivo¨ y no funcionó demasiado bien en su momento. Puede que el tiempo la haya tratado con más amabilidad; los fans hallarán ni más ni menos que un áspero y crudo ¨thriller¨ sobre la corrupción y vileza en estado puro del criminal.


Algo pasa con Mary Algo pasa con Mary 14-10-2022
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¿Qué tendrá esta chica que tanto nos enamoró? A pesar de ser ese icono sexual de tiempos de preadolescencia por culpa de ¨La Máscara¨, personalmente no me apasiona Cameron Díaz...
Pero Mary sí, a mí y a todos, mataríamos por ella, y es sin duda la musa del cine de los Farrelly.

Los incorregibles y gamberros hermanos, dispuestos, como otros coetáneos, a darle la vuelta a la comedia americana a mitad de los 90; sin embargo, según parece, su todavía infravalorada ¨Kingpin¨ no fue el éxito que esperaban, por lo que contemplaban bastante negro su futuro en el mundo del cine...de no ser por una idea tan idiota como jugosa que se les ocurrió a dos guionistas (Ed Decter y John Strauss) tras ver a una profesora de aerobic desnuda frente a su ventana (¡!). Los recuerdos juveniles afloran durante un prólogo donde conocemos a un Ben Stiller más patético de lo habitual camuflado como Ted.
Los hermanos revisionan la ¨high school teen comedy¨ ochentera con cierta nostalgia, mientras el gran Jonathan Richman y Tom Larkins nos cantan, a modo de coro griego, la propia historia que vamos a ver (dando a todo cierto aire de tragedia); pero estos directores, que se distinguen por su mala uva, capitulan los 80 con el chasquido de una cremallera como remate a esa secuencia que es el paradigma del tipo de humor y la forma de ejecutarlo que les hizo tan famosos: configurar un ¨gag¨ en torno a una broma de mal gusto y escatológica y recrearse en ello y extenderlo hasta irritar al espectador tanto por la vista como por los oídos (de especial atención aquí...).

Muy difícil es no sentirnos como el pobre Ted durante este arranque, enamorados de esa chica perfecta que pasó por nuestro lado en el instituto, quizás como Mary, la ¨popular girl¨ con quien todos los demás soñaban pero, pensábamos, nadie la amaría como nosotros. Díaz se transmuta en un ideal femenino de fantasía, a la vez de carne de hueso, pues Mary es ni más ni menos que la benefactora de una comunidad, bondad encarnada, y no por ello menos torturada o invadida por las ilusiones más mundanas. Querríamos ir a buscarla como el protagonista, por supuesto.
Y la tendencia de los Farrelly de retorcer y agriar la esencia romántica a base de inmiscuir elementos perversos y tóxicos en ella se inicia con la aparición de un detective privado, el más estrafalario del país y responsable de conducir la trama a lugares insospechados (si bien el tema del sabueso que se enamora de la mujer que sigue no es nada nuevo). Entonces la película va a desarrollarse a varias bandas, todas masculinas, pivotando alrededor de una figura femenina que hechiza y manipula sus sentimientos, solo que en esta ocasión la ¨femme fatale¨ adquiere su condición de absoluta inocente por derecho propio.

Por desgracia todo el universo que la envuelve, desde la óptica de los Farrelly, está preñado del egoísmo, la hipocresía y el afán por aparentar que parece invadir tanto a hombres como a mujeres; no podría ser este un escenario más dominado por la maldad, de psicópatas peligrosos a perdedores indignos, y en general todos los personajes manipulan, traicionan o se burlan del resto de inocentes, y esta fatalidad, en un alarde de su hiriente estilo (propio de esa comedia negra que alcanzaba su punto álgido desde mediados de los 80), es usada por los directores para generar el humor, lo cual choca con la lógica, la moral y la sensibilidad del espectador y termina por incomodar. Pero lo consiguen y eso no es fácil.
Mary, imán de mala suerte, estará en mitad de todas las sacudidas emocionales, aun así incluso ella se toma un descanso de su bondad para burlarse de Ted, quien, en última instancia, parecer ser el único de los protagonistas por el que debiéramos sentir compasión, el que mejor conecta con los miedos y penas más profundas del espectador (sobre todo si es masculino) en esta sopa de equívocos plagada de diálogos frescos y chispeantes, personajes que por alocados y absurdos (impagables Matt Dillon, Lee Evans, Chris Elliott y en especial Lin Shaye) no quiere decir que no puedan ser reales, y un discurso brutal sobre una forma aterradora de percibir el amor.

¨Algo pasa con Mary¨, que aprovecha bien su colorido imaginario, se toma a broma pero también condena el amor idealizado y lleva a límites disparatados las consecuencias de aferrarse a ello perdiendo el sentido de la realidad, haciendo de la fijación una obsesión y del interés puro acoso y enfermizo ¨voyeurismo¨ (se hace hincapie en esto desde todos los ángulos, pues no hay casi ningún personaje que no se entrometa en la vida de otro y la haga pedazos). Sólo haciendo coincidir a los locos y que, a lo terapia de grupo de ¨Alguien voló sobre el Nido del Cuco¨, descubran ante ellos mismos sus locuras, puede ser la única solución viable.
Esto da pie a un clímax memorable con esa pobre Mary sin posibilidad de escape, perfecta alegoría de la fragilidad femenina subyugada al choque de egos masculino, siendo Ted un oasis de esperanza y dignidad al postularse en rechazar su amor por el bien de otro; escarbando nos encontramos con que a esta historia la adornan infinidad de capas y detalles a tener en cuenta, que tiene a la ¨Harold y Maude¨ de Ashby (de las mejores comedias negras y satíricas que dio el cine) como principal referencia para resaltar su tono corrosivo y chiflado, e inclinado con orgullo al mal gusto.

Y al fin y al cabo, como también le sucede al cine de Kevin Smith, ello no es sino el envoltorio controvertido e incorrecto (el 99% de las bromas, diálogos y situaciones son inviables hoy día) que deliberadamente recubre a una de esas empalagosas historias románticas que tanto nos alegra el día porque, a pesar de tantas vueltas, va a terminar como suponemos.
Al público no le importó y respondió en consecuencia, alzándose, tras arrasar en cines y salvar la carrera de los hermanos, como uno de los títulos más exitosos del momento y estandarte para la comedia que iba a dominar en el nuevo milenio.


Herida Abierta Herida Abierta 14-10-2022
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Corrupción policial, ¿en quién se puede confiar?, ¿quien es el traidor?, ¿cuántos se habrán mantenido honrados y cuántos se habrán dejado embaucar por su ambición?
Todas estas preguntas pueden derivar en una trama de lo más intrigante, llena de preguntas y sorpresas...

...como las ya vistas en ¨Asuntos Sucios¨, ¨La Noche cae sobre Manhattan¨ o ¨Infernal Affairs¨, por poner algunos ejemplos; sin duda un buen argumento si se saben aprovechar al máximo sus recursos...pero a menudo éstos no se aprovechan debidamente y de resultado tenemos una película como la que nos ocupa. Había empezado el nuevo siglo y mientras un puñado de nuevas estrellas irrumpían en el panorama del cine de acción las viejas aguantaban el tipo como podían...hacía tiempo que no se veía por ninguna parte a Steven Seagal.
Tras pasar con más pena que gloria por mitad de los 90 a raíz del fracaso de su debut a la dirección, ¨En Tierra Peligrosa¨, el actor llegó a protagonizar sus primeros films para el mercado del vídeo, al que poco después se acostumbraría; todo indicaba que su carrera había tocado fondo. No obstante, el mítico productor (de pésimas ideas) Joel Silver le resucitaría para un proyecto que significaría su ¨comeback¨ a lo más alto de la taquilla. Se trataba de la adaptación de la novela ¨Exit Wounds”, escrita por John Westermann, quien se basó en sus experiencias personales como policía.

Pero Silver tenía su propia visión de cómo trasladar el texto a la gran pantalla, por ello contó con la presencia de Anthony Anderson, el rapero de pasado (y presente) criminal Earl Simmons, conocido como ¨DMX¨, y el director de fotografía reciclado en cineasta Andrzej Bartkowiak, todo ello con la intención de capitalizar el éxito de ¨Romeo debe Morir¨, donde ya se reunieron los anteriores. ¨Herida Abierta¨ se refleja así como la consecuencia de la buena recaudación obtenida por aquella más que otro mero vehículo de lucimiento para el maestro del aikido.
La historia, precedida de un emocionante prólogo (lo mejor de toda la película) que deja patente la buena forma en que se mantiene Seagal pese a la edad y el aumento de peso, nos presenta a Orin Boyd, policía solitario, duro y regañado siempre por sus jefes que tras salvar al vicepresidente es condecorado con un traslado a la peor comisaría de Detroit, donde se verá atrapado en un escenario violento, salvaje, por encima del cual planean las sombras de la corrupción y en el que tendrá que soportar las exigencias de su jefa Mulcahy, hasta que conozca a Latrell Walker, un traficante de droga que hace tratos con la policía.

Pese a algunos momentos innecesarios que rebasan la delgada línea entre la comedia y la estupidez (como lo de la terapia de grupo), el film parece mantenerse decentemente apoyado en su intriga y sus buenas peleas, hasta que al cuarto de hora entra en escena ¨DMX¨ acompañado de un insufrible ¨hip-hop¨ y poco después de Anderson (que casi me hace echar la bilis con su actuación)...y todo se viene abajo. Se diría que Westermann no concibió así su novela, donde la duda, la constante conspiración y la incógnita que ocultan las difusas identidades, puras máscaras de artificio y engaño materializadas en esas placas de policía en la que se escudan tanto buenos como malos, son su motor esencial de principio a fin.
Un argumento que encajaría a la perfección con el estilo agrio y desmitificador de las novelas ¨pulp¨ de Westlake, de cineastas clásicos como Siegel, Lumet o Michael Winner (o de los títulos que Seagal protagonizó al inicio de su carrera), pero que queda reducido a cenizas por el empeño de Silver de seguir la línea de ¨Romeo debe Morir¨, inundando el film de una atmósfera ¨hip-hopera¨ que parece heredada de ¨A todo Gas¨ (reforzado por la presencia de Eva Mendes) y una simpática comedia transformada de un momento a otro casi en ¨buddy movie¨ (cuando Boyd forma pareja con George) cuya intensidad aumenta hasta alcanzar una absurdez incomprensible y una historia que desvela sus misterios de forma torpe y precipitada, incluyendo los modernos avances informáticos del nuevo siglo.

Una vez más en la industria hollywoodiense la vena comercial termina por asfixiar un producto con muchas posibilidades. Pero el colmo, aun demostrando Bartkowiak un talento innato para las secuencias de acción, es la poca veracidad y realismo de las peleas coreografiadas por el chino Dion Lam, unas peleas fantásticas llenas de piruetas y cabriolas; pareciera enteramente que estamos viendo un film de kung fu más propio de Jet Li o Jackie Chan que de Seagal, quien no deja de flotar en el aire y saltar como nunca; entre tanto, éste se muestra más simpático que otras veces, más dado al humor e incluso a la autoparodia (ojo a cuando destroza la silla o aparece de guardia de tráfico).
Y es que Silver no le dejó a sus anchas en esta ocasión, obligándole a cortarse su distintiva coleta y sin permitirle intervenir en el guión o en el montaje, como ya había hecho antes, pero aquél lo aceptaría sin rechistar (su urgencia de éxito era inmediata). A éste le siguen los patéticos Anderson y Tom Arnold (cuyos personajes, además de competir con su idiotez, ahorran muchos quebraderos de cabeza a la trama), unos correctos Isaiah Washington, Michael J. White y el mítico Bill Duke y las inexpresivas Jill Hennessy y Mendes, doblada (se consideró que su voz no era lo suficientemente inteligente) y sin ni siquiera aprovechar su atractivo físico, lo único que tiene a su favor.

Con todos sus fallos, ¨Herida Abierta¨ arrasó en taquilla, recaudando el doble de su presupuesto sólo en EE.UU.. Bartkowiak repetiría la exitosa fórmula en ¨Nacer para Morir¨ y Seagal lo intentaría, en vano, con ¨Al Filo de la Muerte¨. Aún resucitando brevemente, la carrera del maestro del aikido ya estaría condenada para toda la eternidad.
Sólo se salvan los siete minutos del prólogo y el que es el mejor diálogo del film: -Siempre he dicho que las mujeres conducís mal. -¡Estoy de acuerdo!


Arma Letal Arma Letal 14-10-2022
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A veces se dice eso de que la locura y la cordura van de la mano, sí, pero dicha frase no tiene por qué hacer referencia a un individuo solo.
Ahora veremos cómo una y otra van a encarnarse en dos hombres que se deben soportar y apoyar si quieren sobrevivir. La locura es Martin Riggs, la cordura es Roger Murtaugh...la combinación puede ser doblemente letal.

Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nos hallamos ante la pareja más famosa y efectiva del cine de acción de los 80. Afirmación peligrosa ya que, desde que Walter Hill estrenara ¨Límite: 48 Horas¨ a comienzos de década (la cual, sin resultar una gran innovación en el policíaco, inauguraría una vertiente de lo más lucrativa llamada ¨buddy movie¨), hubo tiempo de que muchos dúos salieran más o menos exitosos de su encuentro con la taquilla. Sin embargo nunca se haría (ni se ha vuelto a hacer) con tanta eficiencia como en esta ocasión.
Surgido de la mano de un joven Shane Black con ansias de triunfar en Hollywood a base de rendir tributo a los ¨westerns¨ urbanos de los 70, el libreto de ¨Arma Letal¨ pasaría por varias manos antes de acabar en las del ejecutivo Mark Canton, quien pasaría el proyecto al célebre productor Joel Silver (apuesta segura para la taquilla pero de carácter conflictivo y hostil) y a un Richard Donner cubierto de gloria gracias a los bombazos que supusieron ¨Los Goonies¨ y ¨Lady Halcón¨, también deseoso de acometer el que sería su primer ¨thriller¨ de acción.

Tras un intenso e impactante prólogo, que marca el tono a seguir en el film hasta el final, se procede a la presentación de los protagonistas, precisamente donde reside la clave del éxito del mismo. Por un lado tenemos a Martin Riggs, quien responde al perfil del típico policía solitario, de turbio pasado, amargo y atormentado por la muerte de su esposa, un homólogo más joven del Harry Callahan ¨eastwoodiano¨ que anda por la cuerda floja de la moral habitando en un mundo gris cuyos cimientos aplastan cada vez más y más su débil espíritu, el cual no duda en arriesgar a cada momento que puede.
Un alma perdida y en descomposición que sin duda entra en conflicto con Roger Murtaugh, el clásico agente de la ley sensato, cuya templanza y silenciosa tenacidad son su seguro de vida, una vida compartida con una familia estable y cariñosa; los paralelismos que se establecen entre estos dos hombres son desde el primer momento inexistentes salvo por su trabajo, donde se unen bajo el auspicio de un recelo que dará paso a la amistad. Black utiliza su ingenio para derribar los convencionalismos de la época: aquí no hay ni rastro de ese modelo de pareja policial donde la hierática seriedad de uno se da de bruces con la excesiva comicidad del otro, que tanto encontramos en otros títulos del género.

Ni mucho menos. El trato de los personajes es esencial y el enfoque es realista y humano. Riggs y Murtaugh se complementan a la perfección, es más, parecen necesitarlo (así, la locura neurótica y masoquista que invade al primero sirve de resorte a las pulsiones más oscuras del segundo, tanto como ese ambiente familiar y cálido del que goza el segundo para acallar la angustia y la soledad del primero). Debido a ello ¨Arma Letal¨ posee un toque único, mucho más sombrío de lo que cabría esperar por todo el humor que atraviesa al film, no así un humor más ácido y negro (por obra y gracia de Black) que el que solía verse en las producciones del momento.
Una oscuridad tanto más evidente cuanto que las sombras de la Guerra de Vietnam parecen servir de mecanismo para toda la violencia desmedida que invade la trama, la cual se intensificará a raíz de que Rianne sea secuestrada encontrándose la pareja cara a cara con los enemigos. Genial vuelta de tuerca a una intriga policíaca de manual, en la mejor tradición del género, manejada con nervios de acero por un Donner que constantemente, y sin concesiones, nos arrastra al corazón de la acción, jugando un determinante papel en ello la buena labor de Stuart Baird al montaje.

Pero es en ese tercer acto donde la película toma un cariz realmente emocionante, desencadenándose un aluvión de violencia y brutalidad que raya en lo sádico (atención a la tortura de Martin) para desembocar en un desenlace de puro frenesí, ejecutando el director unas espectaculares secuencias de acción por las atractivas localizaciones nocturnas de aquellos Ángeles de mitad de los 80. No muchos ¨thrillers¨ del género (y la época) han sabido elevar tan bien la adrenalina en su último tramo como lo logra ¨Arma Letal¨; los resultados son viscerales y terriblemente entretenidos.
Aunque no sólo de acción, una gran banda sonora por parte de Michael Kamen y el legendario Eric Clapton y un perfecto manejo del suspense se nutre esta obra; si algo la hace destacar por encima de las demás es su cuidado tratamiento de los personajes, lo que perfeccionan las interpretaciones de un desquiciado Mel Gibson dispuesto a dar el salto definitivo en su carrera tras la saga ¨Mad Max¨ y un soberbio Danny Glover; fue la química de estos dos grandes actores la fórmula definitiva del éxito para el film. Pareja seguida de un elenco nada desdeñable donde cabe nombrar a un inquietante Gary Busey (genial en esta ocasión antes de que le diera por repetir una y mil veces los mismos papeles en el futuro), esa preciosa Traci Wolfe y los buenos Tom Atkins y Mitchell Ryan.

La taquilla respondió en consecuencia. ¨Arma Letal¨ se mantuvo en un inamovible primer puesto durante tres semanas logrando una recaudación de más de 60 millones de dólares sólo en EE.UU.. Para cuando llegó el fin de su carrera fílmica la obra de Donner ya se había convertido en una de las más importantes del género.
La descubrí en VHS a eso de los 13 años y por mis ojos han pasado muchas otras películas similares desde entonces...pero aún hoy día soy incapaz de hallar una que la iguale, ni mucho menos que la supere.


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